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La verdad de la milanesa

Por Tato Contissa

Aguardientes. Segunda temporada.

En afán de aclarar frases que se escuchan a diario, alguien, no recuerdo quién, me contó así esta historia.

En el siglo XII, Milán florecía como ciudad inigualada en las artes. Los faldeos de los burgos milaneses se atestaban de artesanos, ingenieros mecánicos, pintores, escultores al paso, fileteros, tejedoras de crochette, yeseros finos, gomeros, alambradores y profesores de Bonzai.

En la Vía Vilegas, epicentro de la actividad, Giacomma Valvedrinni, hija de humildes labriegos y oriunda de los suburbios de la ciudad, destacaba del abigarrado paisaje de la Feria por su belleza inigualable. Ni las mujeres de la corte, ni la galanura de las hembras nobles podían disputar siquiera con el esplendor de esa mirada esmeralda con destellos dorados. Ninguna reina podría superar su porte. Ninguna aristocracia podía emparejarse a la escultórica figura de la villana.

Tanta fue su fama que llegó a oídos de Fabrizio Calcátimo Condittieri, Duque de Bérgamo, quien con ánimo galante, curiosidad juvenil y consecuente calentura, cabalgó hasta Milán para comprobar los dichos que enturbiaban sus sueños y lo habían condenado a horas de sospechados encierros en su cuarto de baño.

La tarde de su arribo Fabrizio comprobó que lo que le fuera contado era injusto por escaso ante el esplendor de la belleza de Giacomma. Sin vacilación y sin descabalgar, secuestró a la plebeya llevándola en la grupa hasta el montecillo más próximo al linde del villorrio. Se apeó. La bajó de su caballo y la tendió sin más sobre la blanda hierba del reverdecido prado. Sin decir palabra, recorrió con sus ojos y sus manos toda la plenitud de la belleza. Y cuando arribó allí, al íntimo lugar donde la tibieza prometía el máximo goce del amor carnal, Fabrizio descubrió que Giacomma tenía “algo más” que lo esperado en una niña. Tal fue el estupor, la sorpresa y el horror que atacó su ánimo, que al partir raudamente en su corcel sobre la grava diamantina del camino, cubrió al travieso Giacommo Luiggi Antonino Valvedrinni (así su nombre completo) de una fina capa de tierra y arenizca (rebozo que se recuerda hoy con el pan rallado y el huevo batido en la cocina europea).

Fabrizio y su ansiosa epopeya habían descubierto, sin querer, la verdad de la milanesa.

La obligación de la felicidad

Por Tato Contissa

Aguardientes. Segunda Temporada.

El cura acababa de convertir un festejo familiar, unas emociones en racimo concurriendo a la victoria del esfuerzo, de la voluntad, del tesón, del empeño, de cualquiera de las palabras que nombran al nervio motor de la condición humana, todo lo acababa de convertir el cura en una cuestión argentina.

No sé cómo lo hizo, me parece que le vino de una convicción profunda, de esas certezas irrefutables que tienen los tipos como el cura Horacio.

Nos encontrábamos allí para el acto de una colación de bachilleres adultos. Esta otra historia es mejor de lo que yo puedo contar, pero la sintetizo diciendo que se trataba de un grupo de adultos que habían emprendido la tarea de hacer el secundario para tener una herramienta mejor a la hora de apoyar a sus hijos, de contenerlos, de hacerles mejor lugar en el mundo.

En tiempos en que lo único que uno ve a la vera es desolación, en los que entender el presente demanda protectivas y abundantes cuotas del más cínico escepticismo, en estos tiempos es que la prepotente inocencia de ese cura suena como un piedrazo en un campanario.

La palabra les hacía recordar a los que acababan de triunfar que el logro había sido una creación del conjunto, que si era legítimo vivirlo como una realización personal, era el entramado de voluntades la victoriosa red que acababa de recoger un resultado. Y más, los comprometía a no abandonar ni la idea ni la fuerza ni el sentido colectivo, porque había más por lograr. Y que ese logro por venir (y aquí viene la audacia de corazón por excelencia) era nada más y nada menos que la felicidad.

Y yo, con las pesadumbres que resultan de cargar todo en la cabeza y demasiado poco en el alma me dije: —¿Este cura está diciendo que la felicidad es una obligación? ¿Este pibe de ojos limpitos y palabra sencilla me está diciendo a mí, un campeón de la melancolía y un refugiado habitual de la tristeza que la felicidad es el imperativo categórico de los argentinos? ¿Este tipo, sin que nadie lo interrumpa o lo apedree, o lo bañe de ruidosa indiferencia viene a proclamar tan suelto de cuerpo que este asunto de la felicidad es nada más y nada menos que “la felicidad del pueblo”?

No la felicidad como una fugacidad, como un mendrugo ilusorio que resplandece por instantes en medio de la oscuridad de la vida cotidiana, de la rutina, de la desazón, de la resignación ante la defectuosa condición humana. Tampoco la felicidad como una utopía, como la persecución de un objetivo que, aún cuando inalcanzable, nos permite vivir la ilusión y aliviar nuestro oscuro y fatigoso derrotero. No. La felicidad ahí, palpable, contante y sonante, la felicidad por ventanilla. De eso nos hablaba ese cura, esa mañana con un sol que parecía darle la razón. De la felicidad como destino colectivo, y por lo tanto como obligación, a la que nadie puede desertar. Las pruebas del compromiso las señaló para esa ocasión, en hombres y mujeres hacedores de un logro, irrefutables muestras de oro que atestiguaban sobre la existencia del gran filón.

Esa mañana me decidí a asociarme al compromiso de la felicidad. No sin esfuerzo, ya que siempre me fue trabajoso cumplir con mis obligaciones.

Hay mucho danger

Por Tato Contissa

Aguardientes

“Hay mucho danger…hay mucho danger…” rapea muy flamenco, Ojos de Brujo, un grupo musical andaluz, con voces templadas por siglos con colores castellanos, moriscos y posmodernos. “Hay mucho danger…hay mucho danger…”

En la tele del café, el gran Buenos Aires transcurre su mañana insertadas las imágenes horrorosas de este día: Bagdad. Pero esta vez una referencia al pasar de que allí sigue sucediendo esa ingeniería indescifrable del desastre. Entre metales apiñados y restos irreconocibles yacen, seguramente, un montón de destinos interrumpidos en postales a las que te vas acostumbrando, pero que igual despierta esa sensación de imponderable vacío. ¿Por qué será que no es el dolor ni la misma muerte lo que más lacera, sino esa interrupción de futuros, ese número creciente de promesas que no se van a cumplir, o peor, la corroboración de que esas personas ya estaban muertas desde siempre?

“Hay mucho danger…hay mucho danger…”

La magnitud de la tragedia asoma también sus cartas más mezquinas…a alguien le convendría más que fuese la ETA que un grupo fundamentalista islámico…al mundo, igual, le debe dar lo mismo…pero no le da…no…no le da lo mismo… El domingo hay elecciones con unos pocos electores menos…estadísticamente nada…mediáticamente mucho…

Hay mucho danger….hay mucho danger…

La televisión y la radio son ojo y voz de lo que ocurre, a veces. Hoy las papeleras y el conflicto en Aeroparque ocupan el espacio que bien podrían ocupar las acciones militares en el norte de Irak. Si alguien decidiera que lo que está pasando pase en los medios, a las 10 de la mañana los diarios de hoy se habrían condenado a ser lo más viejo que pueda uno imaginarse, los matutinos de hoy se volverían más viejos aún que lo de ayer.

Que mezquino es cualquier pensamiento que no se encuadre en este sobrecogimiento y este ahogo que no me deja pensar. Porque esta sucediendo, porque aún cuando no subamos on line en la tercera de la derecha, está sucediendo, la muerte del terrorismo occidental en medio oriente trabaja y se ubica en todas las columnas de la realidad “on live”.

“Hay mucho danger…hay mucho danger….”

¿Por qué será que lo más valioso resulta ser siempre lo más vulnerable? Me viene de golpe aquel obrerito muerto en el tranvía caído al riachuelo que movió la pluma del dolor de Raúl González Tuñón. Imagino bolsos revueltos entre los desechos de cualquier ataque abrigando historias parecidas a las de aquel sanguche de milanesa. Pero entonces había sido un accidente en el mundo, hoy el mundo parece ser un gigantesco accidente.

“Hay mucho danger…hay mucho danger….”

Cruzo la calle a compartir ese millón de rutas que se ignoran mutuamente y que llamamos ciudad. ¡Qué frágil todo! ¡Que infinitamente frágil todo…!

De pronto, espabilo, sé por qué me muerde así, así de poderoso. También viajo yo, a diario, con mi pequeña humanidad, con mi fragilidad de uno entre millones en un tren siniestrado, o caminando la calle donde el estallido resulta ser la única palabra. También nosotros estamos en el mundo en dónde hay demasiado, demasiado “danger”.

De manual y de película

Salgan debajo de las piedras, es hora de irse, de tomarse el palo, no pueden seguir medrando con la inmovilidad que produce la tristeza. Porque la tristeza del pueblo es lo menos que deben respetar. Y el enojo de los que no nos acompañaron y que suman y no son el enemigo, también. Está claro que ustedes no fueron derrotados, que los que nos comimos el garrón somos nosotros, el 30 por ciento, los cinco millones, disculpe señora presidenta, los cinco millones que nos quedamos por mérito propio y no por la calidad de nuestros dirigentes. Fuimos muchos más, recuerde, señora presidente.
Lo que debe ser es que en estos dos años que vienen, más que la ayuda que le ofrecen los que quieren restaurar las desgraciadas políticas del conservadurismo, es que usted se saque de encima la “desayuda” de los que contribuyeron a la derrota electoral y a la demolición espiritual del proyecto que la inmensa mayoría de los argentinos abrazamos hace sólo seis años.
Veo que el ex presidente Kirchner asume su responsabilidad. Pero no veo a nadie más mandando la cartita, no veo a nadie más haciéndose cargo. Observe señora presidenta como son de miserables. Dese cuenta que allí, en esos espíritus paupérrimos, transcurren las razones de el estado actual al que han arrojado a su gobierno, que es el nuestro, a pesar de las distancias que esos tipejos le ponen al pueblo.
Es gente sin causa señora presidenta, con lo que no se trata de hombres ni de mujeres valederas, según sabemos los peronistas. Se trata de truhanes módicos, de fulleros acomodables, versátiles. Sáquenoslos de encima, por favor, señora presidenta.
Porque ahora le van a decir que el voto viene por derecha. Se da cuenta señora, por derecha, ahora que el mundo se vuelve a la fuerza peronista, ellos le van a decir que la salida viene por derecha. Por allí viene el voto; eso le van a decir.
Por eso será fácil detectarlos. Como en la película “El Padrino”, de manual, los que le vengan a decir “el voto viene por derecha”, esos, esos son los que paren la traición.

Tato Contissa, el Lunes, 29 de junio de 2009 a la(s) 23:14 ·

Cultura de batalla para la batalla cultural

No estamos haciendo bien en declarar la batalla cultural sino sabemos como ganarla. Y peor; con quien. Y peor aún, sin saber con justeza contra quien se está librando.

El drama argentino contemporáneo es que los sectores más conservadores de la sociedad están atravesando por la ancianidad intelectual. Aguinis escribe muy mal como en el siglo XIX, Tomas Abraham lo aventaja en un siglo, y José Sebrelli escribe arrastrándose sobre las heces de sus viejos talentos, Santiago Kovadloff abunda con la vacuidad de sus impostaciones teóricas. Tal vez Sarlo, quien cuenta con una formación igual de enajenada pero más sólida, dispare alguna idea capaz de trazar alguna línea que se asemeje a los perfiles de la realidad argentina, pero rara vez lo logra. Una desgracia del conservadurismo que se vuelve desgracia para el progresismo, porque le implica pérdida de mensura, falta de cánones, ausencia de medidas para una comparación y, esencialmente, la contraparte de la dialéctica posible. Por eso habrá que hacerse de pensamiento propio, una vez más.

Como remedo o cabestrillo de estas deficiencias, un aparato periodístico versión módica de los mencionados intelectuales arrecia con sus diarias versiones homeopáticas de aquellos lineamientos. Sirvén, Morales Solá, Leuco, Eliaschev, Van der Koy.

Si la Europa que espeja sus brillos decadentes sobre estos personajes vernáculos está afrontando su peor crisis política (no económica) munida de la más ramplona dirigencia de su historia, resulta fácil colegir cuán desmerecidos son estos subproductos del colonialismo cultural de la Argentina.  Posan (remedando sus antecesores de mediados del siglo pasado) una nostalgia europea, abulias, melancolías, postraciones y sentimiento de frustración sobre una supuesta oportunidad perdida. Todo ahistórico, todo absolutamente demencial.

La clase social que alimentó este intelectualismo de living fracasó no por otra cosa que por el desmantelamiento del modelo económico asociado al imperio británico, que cayó en 1930 arrastrando los decorados de una Argentina virtual. No tuvieron proyecto propio, se les acabó el agua y ni siquiera eran dueños del caño. El peronismo no vino a destruir esa Argentina, como suele postularse desde diversas localizaciones ideológicas, sino a hacerse cargo de la Argentina que ellos fracasaron, claro que para eso debieron recluir todos los privilegios que ya habían pasado del plano de la injusticia al plano del absurdo. Y en eso consiste el hecho revolucionario del peronismo.

Sin embargo, la base intelectual del proyecto siniestrado pervivió. Aún pervive tras mutaciones siempre emparentadas con las variaciones operadas en el pensamiento europeo de la posguerra.

La marca que dejó la insidia sarmientina es muy profunda. Es la enajenación como escuela. Para los griegos el bárbaro era el extranjero, para el maestro sanjuanino el bárbaro era el hombre del país. Colocado lo indoamericano en el plano de la zoología, y calzado el sistema de la autodenigración con el modelo colonial dependiente, la reproducción del modelo de pensamiento sigue asegurada aún en este siglo nuevo.

Mientras que Withman hacía la alabanza del hombre de la pradera norteamericana, aquí el padre del aula abominaba del hombre del país en la demonización del Facundo.

De esa madera salen las astillas de la xenofobia diaria que estremece por su impudicia en las pantallas de la televisión.

Lo peor es que, como se trata de un sistema de prejuicios, no hay razón que les entre y no hace falta de su parte más que una puñado de necedades sostenidas desde un sentido pretendidamente común.

Por eso un discapacitado político como Macri representa al idiota* de clase media argentina con exactitud. Tilingo por empobrecimiento intelectual, sórdidamente peligroso como todo burgués asustado pero dueño de una capacidad de cálculo material que duplica esa peligrosidad.

Contra qué peleamos?. No contra esto. Esto no tiene remedio.

El país necesita reconstruir se propia imagen y esa es una tarea ardua y grandiosa. Hay que construir en la escuela, en los medios, en el Estado, en la calle, en la música, en la literatura, en el cine, en el teatro. Hay que hacer ver la Argentina haciéndole ver sus ojos a todos y cada uno de los argentinos.

Por eso habrá que hacerse de pensamiento propio, una vez más.

Tal vez una milonga, como receta a menudo Dolina, sea más efectiva que un tratado descriptivo de tanta medianía. Pero hay otras milongas que deben componerse en la realidad de los argentinos antes que se concrete la amenaza de su empobrecimiento espiritual. 1) Las Universidades Nacionales tienen que proyectar la formación de recursos humanos para el nuevo Estado argentino. Esto demanda entre cinco y diez años.

2) Los suburbios del sistema mediático tienen que asumir la centralidad que como oportunidad les ofrece el nuevo sistema legal. La “otra palabra” no puede hacerse esperar. 3) Las organizaciones sociales y las organizaciones libres del pueblo deben encontrar en el Estado un respaldo para recomponer el tejido social asolado por las políticas conservadoras de los noventa. 4)Los sindicatos deben reforzarse institucionalmente para participar activamente en la construcción del nuevo modelo. 5)Y si hubiere un empresariado nacional dispuesto a acompañar en la tarea, cosa que siempre dudo dada la penosa historia de entreguismo colonial  y traición de la burguesía argentina, el proceso lograría gran celeridad.

En síntesis, cuando hablemos de profundizar el modelo, hablemos de esto porque de lo contrario estaremos hablando de nada. El gobierno Nacional y Popular de CFK ha liberado las mejores fuerzas de la Nación. Llegó el momento de estructurarlas y encausarlas para la felicidad del pueblo y la grandeza de la Patria.


 * Uso el concepto “idiota” no en su extensión insultante sino en su acepción etimológica. Los griegos llamaban Idiota al que se desentendía de los asuntos públicos.

Tato Contissa, el Martes, 18 de enero de 2011 a la(s) 14:39 ·

 

Como coló la inseguridad

Este es otro fragmento de Salven a Clark Kent. Editorial Corregidor. Abril de 2005.

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            Está el Blumberg de carne y hueso y está el otro, la construcción mediática, la medida canónica de los sectores medios que encontraron un dolor de identidad y una glorificación de sus temores.

La ideología de esos sectores, que atraviesa toda la sociedad, vertebra además la cultura de los medios.

Los medios piensan como la clase media, la gente en los medios es la clase media. El sentido común, para esta cultura, es el sentido “del común de la gente”. Y aún cuando el periodismo se siente (y se desea) ajeno a ese anonimato, no cesa de reverenciarlo en el discurso. Su adicción a las audiencias construye una demagogia suficiente para envaselinar la columna mercurial de los ratings.

Por eso uno y otro Blumberg se han convertido por un tiempo indeterminado en la piedra de toque de la referencia mediática. Pocos se atreven a rozar la túnica del nuevo tribuno. Un tribuno que no cesa de atropellar a las instituciones que desconoce y que ignora indeliberadamente.

Indeliberadamente porque la ignorancia de Blumberg es genuina, la misma ignorancia que los sectores medios mayoritariamente tienen sobre la cosa pública.

Pocos se atreven a contrariar al personaje. Casi nadie. Los periodistas más aventurados juegan al sosiego y al equilibrio, y hasta a la condescendencia ante cada infortunio verbal del nuevo santo.

Los griegos llamaban a quien se desentendía de la cosa pública: idiota. Una paradójica idiotacracia se apoya en el terror del periodismo a desafiar la caprichosa voluntad de las audiencias.

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Sintió la carga amenazante de la voz del contestador. Era una mujer, mucho peor para él. Con la pesadez admonitoria de una esposa defraudada, de una hermana beligerante, de una hija hastiada, de una madre abochornada ante la conducta del hijo.

– Después de eso que leyeron pienso cambiar de radio. Ustedes no tienen derecho a degradar la persona del padre de Axel.-

Se había tomado en serio la modalidad de los mensajes telefónicos al aire. Tanto que ya casi ni chequeaban lo que salía. De manera que la voz de esa indignación golpeó con furia inesperada.

Había tres cosas. La primera “cosa” era la cosa del temor. La sentía alrededor de los ojos, en el cuello, en los bronquios, como un sofoco. Era el temor a desaparecer por efecto de cambio de dial. Conocía esa condena, puesto que había vivido una vida de culpable. Una vida de decir lo que más le parecía, lo que más concluía, lo que se presentaba ante su conciencia luego de haber reunido datos, contrastándolos y finalmente reflexionado. Esa tarea siempre lo alejaba del sentido común y lo acercaba a su patíbulo. Se había entrenado para convencer, y para convencer había que argüir. Y argumentar era investigar, estudiar, trabajar. Le parecía escuchar la voz del Ruso haciéndole el favor de amigo de una condescendencia compasiva diciéndole mientras comentaba sus escritos:

-Qué manera de esforzarte por ganar amigos que tenés.-

Pero al Ruso le importaba más el amigo que el periodista (porque casi amigos ya no tiene)  y siempre terminaba mirándolo como quien mira el irremediable trayecto de alguien que acaba de caer por el hueco del ascensor.

Él en cambio, se obstinaba en sostener la forma del periodismo que no recordaba quién le había enseñado.

Supo tarde, cuando ya la modalidad se le había hecho hábito, que la tarea no era la de convencer sino la de coincidir, la de captar el temperamento de “la gente” y reproducirlo con fidelidad, la de halagar el oído del oyente, la de decir “lo que la gente quiere oír”. Y aún cuando tarde, cuándo tarde eso ya le era sabido, no lograba sino apenas aproximaciones y, como en ese caso, cuando el asunto lo desbordaba, cuando el resultado de su pensar se le volvía irrefrenable, volvía a contrariar al “soberano” y a recibir la condena.

La segunda cosa era que le tiraban a Axel por la cara. Le tiraban la poderosa y fantasmal figura del chico asesinado como la carga de la prueba. Lo inhabilitaban silenciándolo con la impronta de la muerte, con su indiscutible fatalidad. Lo ponían en ese lugar en el que el gesto condenatorio clausuraba todo pensamiento posible.

Ahora hijito mío tenés que sentir. Y sentir significa imbuirte del sentimiento promedio de la audiencia. Mutar extático al inconsciente colectivo en una relación que siempre te obstinarás en vincular con “el uno y el todo”. Muy oriental y muy a propósito.

La tercera cosa era la necesidad de una tanda, otro par de mensajes, un tema musical y un respiro. Había pecado de una inteligencia prohibida en el paraíso mediático. Dios estaba enfurecido, y muy dispuesto a escuchar la radio de Hadad.

Tato Contissa, el sábado, 9 de octubre de 2010 a la(s) 21:33 ·

 

Claros y oscuros en la vida nueva

El último espasmo de la crisis de fin de siglo acaba de abrir la primera instancia de alivio a la sociedad argentina.

El panorama es barroco, signado por el claroscuro. Claro y oscuro que se demandan para hacerse, con el alivio, por primera vez absolutamente evidentes.

A las playas del 2010 llegan los restos del naufragio, una catástrofe que se preparó por casi medio siglo. Deslegitimación democrática vía golpes o fraudes institucionales, proscripción, retiradas tácticas, terrorismo de Estado, regreso con democracia vigilada y tutelada, anteproyecto nacional, ensoñación progresista en matriz conservadora y, finalmente, la crisis terminal.

Pero tal tormenta histórica no logró aniquilar todo, y la sobrevivencia comenzó a reverdecer en estos primeros años del nuevo siglo.

Esos claros han evidenciado en estas horas, de manera palmaria, el estado de absoluta decadencia de una buena parte de la dirigencia política de la Argentina. Construida en los sets televisivos más que en el territorio de la política, y sujeta a las leyes de un sistema mediático cada vez más concentrado, el rezago de la clase política argentina se modeló en afeites, efectos de marketing y operaciones de prensa tanto como en las tácticas de trampero y el recetario de la buena corruptela.

Como Clowns desmaquillados, sus rostros han aparecido como nunca, en estos días, a la luz. Diputados nacionales que con dificultad podrían participar de una reunión de consorcio de edificio o en las definiciones presupuestarias de una cooperadora escolar, jefes de gobierno que mantienen una tortuosa relación con el idioma castellano y en el límite de la imposibilidad de corresponder bosquejos de ideas con oraciones medianamente comprensibles, fiscales celestes que jamás han podido poner en causa o en proceso a nada ni a nadie que se vincule con sus denuncias mediáticas: una tramoya oscilando entre el patetismo y la abyección.

 Como contrapartida, los últimos años le han dado a la Argentina pruebas contundentes de una política posible, generando un puente mágico entre las nuevas generaciones militantes y los veteranos de las frustraciones del último cuarto del siglo pasado. Este es, seguramente, el mayor de los éxitos logrados por este espacio político del peronismo histórico que se llama Kirchnerismo. Y no es cualquier éxito, es casi la revancha sobre la derrota cultural operada desde los años de plomo hasta la epifanía neoliberal.

Uno puede hoy reincorporarse en sus inocencias: la primera magistratura de la Nación está ocupada por el mejor dirigente político de la Argentina de los últimos treinta y cinco años. No se da muchas veces en la vida, y la vida es tan buena que se nos viene a dar.

Tato Contissa, el jueves, 18 de noviembre de 2010 a la(s) 23:16 ·

Cambios que cambian y fortalecen

La reacción de los medios concentrados y del Canal de Miami C5N dan certeza sobre la pertinencia de los cambios operados en el gabinete de ministros por la Presidenta Cristina Fernández.

Claro que la presencia de Aníbal en la cúspide de ese gabinete es de central importancia, tanto como la apuesta a Boudou en Economía, pero yo no dejaría de prestar atención al hecho de que Jorge Coscia asuma en la secretaría de cultura de la Nación, hasta ahora bajo la gestión taxidermista de José Nunn.

Lo de Aníbal es más peronismo de lo que estos sectores pueden digerir, y los “nombres nuevos” que Longobardi esperaba para economía quedaron bloqueados.

Lo que más me alienta es que el gobierno se blinde ante la ola de aprietes que empezaron a manifestarse esta semana y que vuelva a la sana costumbre de marcar la agenda. Esencialmente por el proyecto, pero adicionalmente por la guarda institucional. Lo de Honduras es de temer, es un gesto mafioso global.

Un análisis un poco menos de trinchera podremos hacer mañana.

Me gusta che….me gusta!

Tato Contissa, el Martes, 7 de julio de 2009 a la(s) 21:04 ·

Cabeza y Estómago

Libres de decir pero no de facturar.

La libertad de concentrar empresas, libertad de monopolio, y la manipulación libérrima del mercado sufrieron un feroz revés en estas horas.
La A.F.A rescinde la exclusividad del fútbol con el “grupo” (nombre con el que se conoce a una de las cinco grandes megadictaduras mediáticas de América Latina y que en nuestro idioma se menciona con la celada y litigada marca “Clarín”) y el Estado argentino se hace cargo de esos derechos pagando el doble de la cifra.
Veo a Bruce Willis dándole a elegir al compañero que acaba de servirse de los favores de su esposa: ¿cabeza o estómago? Y como no hubo respuesta pues, cabeza y estómago. Los dos golpes se dieron porque el desleal amigo creyó que Willis resignaría esa venganza.
No sé porque me vienen esas imágenes.
Tal vez muchos en la Argentina de la derrota electoral por tres puntos imaginaron que la amenaza de la ley de medios habría de desinflarse, como ante la resignación de Bruce frente al “partner” tras el descubrimiento de la infidelidad. Quizá sea eso. Habrán pensado algo así.
Lo cierto es que el martes que viene, viene la liberación de fútbol, una de las tres fuentes ingresos más importante del grupo.
En tres frases. El fútbol no se va a morir. No nos van a expoliar más para ver el fútbol. El balazo dio en el corazón del monopolio.
En el corazón no, en el bolsillo, es decir en el estómago.
El próximo golpe va a la cabeza. Y es la ley.

Tato Contissa, el sábado, 8 de agosto de 2009 a la(s) 23:46 ·

Miente para Clarín, que algo queda

Les pido a todos que difundan y multipliquen esta información a todos sus directorios, ya que mañana, la maraña de relaciones en los cargos ejecutivos del «periodismo independiente» amortiguará su impacto, tal como hicieron con la censura a «tres poderes».

Esto es una barbaridad, una grosería y un motivo suficiente para que este periodista deje la profesión.
Lean y repliquen.

Gobierno de EE.UU desmintió a Clarín y le envió una nota a Kirschbaum
20:00 (12 Jun)- El Departamento de Estado de los Estados Unidos emitió hoy un comunicado donde expresa su «objeción en los términos más duros posibles», una nota publicada por el diario Clarín en la que Marcelo Bonelli afirma que la Argentina «no estaba en la agenda» de los Estados Unidos «por la posición de su Gobierno». Según la nota oficial del gobierno norteamericano, «las citas textuales atribuidas son absolutamente falsas y fueron publicadas sin estar basadas en la verdad» LEER NOTA OFICIAL
Los firmantes de la declaración son el subsecretario de Estado adjunto principal de Asuntos del Hemisferio Occidental, Craig Kelly y el director para Asuntos del Hemisferio Occidental, Milton Drucker -ambos del Departamento de Estado-, quienes sostienen que «nos sentimos defraudados ante el hecho de que no hubo ningún intento de contactar a los participantes de Estados Unidos para confirmar las citas atribuidas a ellos. Esperamos que esta práctica sea corregida en el futuro».

El documento completo, describe textualmente lo siguiente:
«Escribimos para expresar nuestra objeción, en los términos más duros posibles, a la nota «El gobierno busca el apoyo del Tesoro Norteamericano», que apareció el 12 de junio en la edición de Clarín. Las citas textuales atribuidas son absolutamente falsas y fueron publicadas sin estar basadas en la verdad.
Estamos totalmente en desacuerdo con la malinterpretación de nuestra conversación con representantes de la Unión Industrial Argentina (UIA). De hecho, valoramos enormemente la fuerte relación que tenemos con el Gobierno de Argentina, el que está basado en objetivos compartidos, valores e intereses comunes.
Nuestras dos naciones desarrollaron una relación positiva y productiva construida sobre nuestro compromiso compartido por los valores de la democracia y derechos humanos. Nuestras relaciones cubren un vasto ámbito de áreas de mutuo beneficio, incluyendo seguridad regional, contra terrorismo, interdicción de drogas, no proliferación y misiones para el mantenimiento de la paz de Naciones Unidas.
Hemos reiterado públicamente, nuestro deseo de mantener y de fortalecer esas relaciones, y de aumentar la cooperación en áreas de educación, energía renovables, y ciencia y tecnología. Nuestro compromiso de hacerlo, es manifestado en nuestro diálogo de alto rango, el cual resultó en cuatro acuerdos bilaterales y nuestro continua cooperación en tales foros multilaterales como Naciones Unidas, la Organización de Estados Americanos y el G20. Nuestro encuentro con la UIA, a su pedido, proveniente de nuestro deseo de buscar lazos más fuertes con la comunidad de negocios de la Argentina.
De hecho, nosotros planeamos viajar a la Argentina en los próximos meses para continuar estas discusiones con el gobierno y el sector privado, las cuales apuntan a fomentar oportunidades para compañías argentinas y estadounidenses, en el medio de la crisis económica global. Nuestro deseo de desarrollar lazos más cercanos con el sector privado argentino y las organizaciones civiles, es un natural complemento de las acciones que venimos tomando para reforzar y expandir nuestra relación existente y fuerte con el Gobierno de Argentina.
Tenemos una relación de largo tiempo con Clarín, un periódico de gran reputación y bien establecido, y nos sentimos defraudados ante el hecho de que no hubo ningún intento de contactar a los participantes de Estados Unidos para confirmar las citas atribuidas a ellos. Esperamos que esta práctica sea corregida en el futuro». Marcelo Pinocho Bonelli….Mentiroso y de madera.

Tato Contissa, el sábado, 13 de junio de 2009 a la(s) 15:57 ·