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Las flores caen desde los balcones altos

Las flores caen desde los balcones altos
sobre la marea aindiada de cabezas que llevan tu cuerpo asesinado
No unen al cielo y a la tierra
sino a toda la tierra desunida.
No proclaman nada ni auguran homenajes,
simplemente te lloran como algo inevitable.
Como si fuese tu muerte cosa de la muerte
Como si fuese tu vida cosa de la vida.

Saben y no saben.

La herida
en el costado del pueblo
humedece el ancho de la calle gorila
Y arrastra las pequeñas soberbias hasta las bocas de tormenta
que se atragantan de esta otra miseria insoportable.

Brilla la pena en las mejillas blancas
Ensombrece el dolor en las pardas mejillas

Todo brilla
aunque el sol no fulgure
Aunque el día no arda tus ardores.

Dentro de la caja
el fracaso de los sicarios viaja
Fuera de la caja
las manos que te portan y los ojos que te mojan
te hallan con tu vida dispuesta y tu batalla.

Donde acaba el cemento están veredando tus pasos incesantes,
tu sotana, tu camisa obrera y tu alzacuello
tu bella carcajada de campana.
Vanas las balas que no te detuvieron
y que habrán de buscarte en otros cuerpos
infundidos de tus ganas.

No son tus restos perforados de infamia lo que llevan
Es tu soldado dispuesto a no quitar la vida
y a ofrendarla en gesto.
Es eso perforado y que aún ofende lo que llevan,
es tu mejilla inerme
abofeteando a la Argentina de los ojos secos.
Tato Contissa, el Martes, 11 de mayo de 2010 a la(s) 12:30 ·

 

Lluevellora

Llueve un agua diseminada y vencida en la ciudad
en la plaza de los balcones y asambleas
tras los puentes que llevan al subsuelo de la patria
de gringos parias y de indios obreros industriales
Llueve llora ese país con la memoria intacta
Hay un dolor de orfandad
otro de pena
Uno de quenas disfónicas y otro de bandoneones derrotados
Un dolor de incertidumbre y otro en desgarro
el barro de la historia amasa mansamente
con lágrimas la tierra bendecida por sus hijos
Y la garganta múltiple del pueblo
canta tu nombre para siempre.

Tato Contissa, el jueves, 1 de julio de 2010 a la(s) 18:14 ·

Lo que no puede ser peronista

Decididos a no achicar el espacio polìtico del pueblo los compañeros del face a instancias de los NDM han realizado una definición muy contundente de lo que NO PUEDE SER EL PERONISMO. Me tomé el atrevimiento de desestimar algunos de los tópicos porque francamente entraban en contradicción con otros (por ejemplo: si el peronismo no es sectario no pueden dejarse afuera a la gente de River por su sólo ser, argumentado sobre un solo ejemplo además. Aceptemos esta broma perucobostera como lo que es…una broma).

También quité algunas categorías por ser demasiado difusas – Amargo – Pecho frío – son rasgos de carácter en última instancia que dicen demasiado poco respecto de lo que se pretende aquì. Para finalizar tomé algunos otros ítems y los sinteticé (de manera arbitraria e inconsulta pero de buena leche) a los efectos de hacerlos más precisos ( caso “pelotudismo en discusiones sobre ídolos de la zurda” que lo extendí a : El peronismo no puede ser ingenuo ideológicamente.

En definitiva nos quedó lo que sigue (siempre sujeto a nuevos tamizados y por supuesto a inclusiones)

El peronismo no puede aceptar nada que vaya en contra de sus tres banderas fundamentales: Soberanía política, Independencia económica y Justicia Social.

(Aquì queda incluida la imposibilidad de que el peronismo acepte recetas coloniales, políticas de destrucción laboral, o leyes que favorezcan la desigualdad social.)

El peronismo no puede ser contrarevolucionario porque sigue vigente que “será revolucionario o no será nada”.

El peronismo no puede contravenir tampoco sus dos cometidos fundamentales: la felicidad del pueblo y la grandeza de la patria. (Aquì queda contenida la cuestión de la soberanía y el objetivo espiritual del quehacer de la política garantizando la educación pública, la salud pública, la protección de los niños y de los ancianos)

El peronismo no puede ser ideológicamente ingenuo. Las utopías son orientadoras siempre y cuando no inmovilicen por su imposibilidad. Los personajes de la historia no son perfectos, ni los propios ni los ajenos. El enemigo es artero y criminal, no se lo puede combatir con ingenuidad.

El peronismo no puede tolerar otro privilegio que no sea el de los niños. ( Por eso no será simpático a los sectores oligárquicos dominantes que fundaron la Nación en función de sus privilegios)

El peronismo no puede resignar el rol del Estado en la regulación y el equilibrio económico y social de la Nación y en la defensa del patrimonio colectivo de los argentinos.

El peronismo no puede ser antidemocrático porque su esencia es la representatividad popular.

Como puede apreciarse, si aplicamos estos principios a muchos hombres y mujeres que se dicen peronistas veremos que no lo son…y…lo curioso, que otros que se dicen no peronistas estarían incluidos e incorporados al espacio liderado hoy por la compañera CFK.

Lo que se avecina es, entonces, definir con precisión la ruta y los compañeros de camino en un año tan crucial como el que ha comenzado….Y CREO YO (MIREN QUIEN LO DICE)  QUE TENEMOS QUE SUSPENDER TODAS DISCUSIONES INUTILES CON LOS COMPAÑEROS DEL PROGRESISMO DENTRO DEL ESPACIO.  Cristina está muy bien, pero no nos sobra nada y hay mucho por disputar de aquí a octubre.

Tato Contissa, el miércoles, 12 de enero de 2011 a la(s) 13:50 ·

Lo Tercero

Esto es un fragmento de «Salven a Clark Kent» Exhortaciones ante la muerte del periodismo. Publicado en 2005 por Corregidor.

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-Pero y entonces ¿quién? – se angustió María, con esa angustia abismada y enferma de vértigo que se le sangraba en la pregunta.

Habían sido muchas horas de discusión. Cuando ya las ganas de discutir porque sí se habían cansado, y de los que quedaban y no habían hecho de esa reunión una sesión de terapia, la mayoría entendía que se había dicho alguna cosa, algo recordable, algo de esa materia inusitada e infrecuente que dicen son ladrillos de la memoria venidera; cuando eso empezaba a ocurrir, a María le había entrado la cosa de la sed de definiciones. Quería “al pan pan…” cuando ya el vino había sucumbido.

– Caparrós y Lanata – tiró Arí con la convicción de quien tira al boleo desde la mitad de la cancha.

            – Caparrós y Lanata – repitió cuando vio que el pelotazo teórico se le iba pegado al banderín del corner.

            Marí hinchó el pecho (tenía qué cosa hinchar) y con el pecho hinchado y la hinchada de los ojos puteando la pifiada de Ari se sentó al borde del abismo de su angustia a dar una batalla mas con el vino que le quedaba en el vaso.

            – Vos querés que yo te diga que estás loco – armó para empezar – que vos no podés traer a esta conversación a ese gordo pelotudo pagado de sí mismo… ¿no es cierto?

Ari se replegó sin entregarse. La oportunidad de discutir con María nunca se le había presentado con la forma tan patente y provocadora de esas hinchadas. Mezcló sorpresa y arrobo y sin eco de tartamudeo disparó.

Hay que elegir de lo que hay. Lo malo define lo bueno. O te quedás con Lanata y Caparrós o te quedás con Cherasny, Feinmann y Hadad. O jugás con los unos o jugás con los otros. No hay otra.-

Hay – devolvió María retirando sus hinchadas a los altos de sus tribunas – Vos te equivocas en lo que se equivocan todos. No se trata de esto o aquello, sino de lo que es y de lo que no es. Lanata y Hadad son el bueno y el malo de lo malo, vainilla y chocolate de un helado que te vende el mismo heladero. Es como dice mi tío Guillermo, que cuando era joven él era fana de Tom Jones y mi tía Betty de Engelbert Humperdinck, y se mataban en las discusiones sobre quien era más capo. Un día descubrieron que los dos trabajaban para el mismo sello y tenían el mismo representante. Mi tío y mi tía se casaron y empezaron a escuchar a los Beatles, de bronca nada más.

–         A ver – pidió Ari – ¿Vos qué querés decirme? ¿Porque no podes estar imaginando que, por estar en la misma pantalla dos discursos que son diametralmente opuestos pueden ser la misma cosa?

–         La misma cosa –apostó de nuevo María.- Porque son la misma televisión y el mismo periodismo. Un progresismo como el de Caparrós que huele a positivismo del siglo XIX aderezado con salsas posmodernas además de patético es paradójico, y le sirve tan bien a la televisión y a este periodismo como Feinmann. Te imaginás a Caparrós y a Lanata sin Hadad y sin Feinmann. Para que Tom Jones pudiera hacer soul y música negra el dueño del kiosco tenía a Humperdinck cantando Baladas. Todos los gustos cubiertos por el mismo productor de productos.

Las hinchadas ya ocupaban toda la tribuna, y Ari no podía dejar de alterar sus percepciones, mirando esa boca, oliendo ese cuello y escuchando a las hinchadas. Hizo lo posible por prolongar el entrevero aunque ya sus argumentos habían retirado el equipo. Incapaz de resignar la baza movió negativamente la cabeza y puso su mirada en el piso, con un esfuerzo contra la hipnosis, como considerando inútil lo que mentía tenía para decir. Sirvió. Una María que ya parecía a reparo del abismo de la angustia continuó bañándolo de atención y presencia exclusivas.

–         Creo que Baudrillard decía…creo, pero si no, no importa…alguien dijo que lo opuesto al mal eral el mal y no el bien…algo así como que el bien no tenía oportunidad. El sistema es tan cerrado que te propone el mal y su otro mal alternativo, lo amargo y lo dulce salido de la misma fábrica, el problema y la solución, Boca y Ríver, el dolor y la aspirina, el stress y el spa….Hadad y Lanata. Así nunca te vas a esforzar por encontrar lo otro posible en un lugar distinto al lugar del negocio del sistema.

–         Lo tercero – murmuró Ari desde su estado magnético. Y sin creer poderlo, porque querer sí que lo quería, logró que esa mujer se iluminara y mojara con su luz todo el ambiente.

–         ¡Sí!. Lo tercero. No podía encontrar una palabra mejor.

Y los dos sonrieron y se entregaron al calor de esa insólita burbuja. Los linderos de una verdad cualquiera, el calor de un hallazgo, suele llevar a los seres humanos a las temperaturas de origen.

Lo que el poeta dijo “al calor del amor”.

Tato Contissa, el Lunes, 4 de octubre de 2010 a la(s) 22:15 ·

No somos Roma ni pagamos traidores

Ganar y ganar muy bien es una tarea, una necesidad, un imperativo histórico. Pero ganar no puede ser una razón para cometer errores y faltarnos el respeto. El 29 de junio de 2009 hubo gente, de alta investidura en el gobierno, que cruzó el Rubicón armado y a favor del enemigo. Tranzó con Clarín, dijo que la Ley de Medios se llevaba puesto al gobierno, antes había entorpecido todo el trámite de la 125, y después se paseó por los canales de la derecha a graznar en contra del Gobierno Nacional avalando la teoría de la crispación y desmereciendo la acción transformadora de la realidad argentina llevada adelante por CFK.

En estas horas, estas ratas están vadeando el río a favor de las proyecciones que las encuestadoras le dan a la presidente y al proyecto.

Yo no me voy a hacer el pelotudo fingiendo  que no los veo.

Y atiendasé a las razones: Es por lealtad…la bronca es por lealtad.

Tato Contissa, el Lunes, 7 de febrero de 2011 a la(s) 21:13 ·

Odadeufas

Un asomo y un contiguo enfilan hacia el bar de las insinuaciones

Beben sobrios y muerden la seca galleta de sus eufemismos

La vida se aburre de brillar combada en el verde lomo de las aceitunas

Un bretel tensa la tarde pero ya es tarde para tarde

y la soledad ofrece su colmillo

Sólo queda la promesa de mañana y esa certeza de que no será cumplida.

No hay caso para el amor sin caso

que te anquilosa las ausencias

y te pincha el globo del domingo.

Tato Contissa, el sábado, 6 de noviembre de 2010 a la(s) 19:35 ·

Palabra que milita

Los paradigmas históricos marcan todo: incluidas las profesiones. Los científicos decimonónicos, imbuidos de la centralidad de la ciencia y el pensamiento positivo cobraron un rango superior en las mediaciones culturales hasta el fatídico cachetazo de la Gran Guerra del catorce. Allí Europa dio pruebas que la tecnología y la ciencia no  necesariamente te aleja del salvajismo. Diez siglos antes, la Iglesia Católica Institucionalizada, asentaba el predominio sobre la casi totalidad de las relaciones humanas, desde la constitución de la familia hasta el orden político y militar, pasando por el acuñe de monedas y el dominio financiero de la economía feudal.

Siempre es así, el temperamento de cada tiempo tiñe a cada hombre y mujer de ese tiempo y a todos los entramados que los vinculan entre sí y con el mundo de los objetos. Así tanto en los grandes lineamientos de la historia como en los colores predominantes de las tendencias variables en cada época.

A nadie le extrañe entonces que, retornada la política y la militancia, esa paleta tiña aquí y allá en esta Argentina de nuestros días. Y entre los aquí y los allá los haceres humanos también se coloran.

Los médicos vuelven a discutir el sanitarismo y la cuestión pública de la salud, los arquitectos e ingenieros (a excepción de Macri) discuten sobre la calidad y naturaleza de los asentamientos y el urbanismo como política pública, los actores sienten la necesidad de establecer otro compromiso con la sociedad en la que, con menor o mayor conocimiento, tino y nobleza, en general, la política vuelve a sus cuencos de la realidad cotidiana para que todos la bebamos.

Cuánto más el periodismo, que viene ocupando el centro del sistema de la cultura contemporánea por el imperio de la supermediación de los medios de comunicación, habrá de tintarse de política y militancia. No puede ser que la profesión encargada del relato del presente se exima de hacerse a sí misma de ese presente, decir presente y hacerse presente, para parafrasear a Jacques Derrida.

Es tan obvio, que uno debe preguntarse qué pasa que hay tanto alboroto y tanta voluntad condenatoria en algunos sectores de la sociedad argentina para lo que llaman periodismo militante.

Intentaré un bosquejo de respuesta.

La Argentina del antiproyecto inaugurada en marzo de 1976 y consolidada entre 1983 y 2001, supo desde el principio que había que congelar el relato. Las dos instrumentaciones para este cometido son noticia vergonzante en estos días: la ley de radiodifusión de la dictadura y la enajenación de la empresa papel prensa.

El periodismo debía sufrir la misma operación de asepsia esencial ya operada sobre la Economía. Como se sabe, cada vez que se habla de Economía se la comprende como una ciencia sin tendencias, sin escuelas, sin variaciones. La Economía es la del designio neoliberal, monetarista, dependiente, ortodoxa. El periodismo es apolítico, apartidario, aideológico, es decir: independiente. Esta condición gozó prontamente de buenos vientos, porque los periodistas comenzaron a adquirir prestigios excesivos, consideraciones sociales abusivas y dinero, mucho dinero. Tanto dinero que hoy es difícil no pensar a los periodistas de la TV como otra cosa que como empresas. Claro que esa realidad no fue la realidad de todos, pero fue la tentación de la mayoría y en consecuencia su factor de disciplinamiento.

Para que esto se sostuviera en el tiempo debía manejarse la independencia periodística como un dogma irrefutable y debería privarse a los periodistas de hacer noticias u opiniones sobre el desempeño de la profesión. Así, hacer periodismo de periodistas, era pecado mortal en el catecismo del periodismo hegemónico.

Las dos manillas de la pinza sostuvieron por tres décadas un arquetipo periodístico basado en el éxito profesional y la docilidad frente a las grandes corporaciones.

Sobre mediados de los ochenta al sistema mediático hegemonizado por este paradigma comenzó a aparecerle un suburbio. La disponibilidad tecnológica y la resistencia política a la Ley de radiodifusión de la dictadura permitieron la proliferación de un gran número de nuevos medios. Aún no se ha escrito respecto de la gran influencia modelar que sobre todo el sistema operó esta aparición multitudinaria de medios. Los estilos, las formas, los acentos y las estéticas cobraron nueva vida en la radiofonía argentina al imperio de de este estado de insurgencia comunicacional.

A partir de allí, salvo por las acciones policiales realizadas desde el COMFER con la conducción de los grandes medios y por la acción concentradora de las corporaciones, nada podía ser igual. Tanto así que, con el primer gobierno serio de corte nacional y popular se reemplazó la ley de la dictadura.

En este marco, y con la política revivida, se planta la discusión respecto del llamado “periodismo militante”. Muchos nobles colegas se las han visto en figurillas para dar una explicación a sus propios cambios de conducta. Pero más allá de las contorsiones y acrobacias, la presencia de un periodismo consustanciado con la realidad en la que se despliega es ineluctable.

Nadie es odontólogo antes que persona, ni talabartero ni taxista ni periodista. La amputación de ciudadanía al periodismo es la operación más siniestra que la democracia liberal burguesa ha pretendido contra la profesión para convertirla en una cofradía de traficantes de influencias o en un hato de eunucos intelectuales.

Parece que se ha terminado el fraude. La palabra milita y vuelve a ser un logos activo en el relato del presente.

Tato Contissa, el Domingo, 23 de enero de 2011 a la(s) 11:40 ·

Periodismo militante

Hace veinte años me definí como militante de la comunicación. La frase y otras ideas contaminadas de ese concepto aparecen en este minuto. Creo que vale el intento de decir alguna cosa a este respecto hoy que se habla de periodismo militante.

Oí en TVR que a Santaolalla le incomoda la paronimia de militar-militante. Es músico. Se le entiende y se le perdona, puesto que hay para entender y para perdonar en semejante liviandad. Preocupa más la incomodidad de periodistas. Santaolalla no me exige la idea de que comprenda que “big picture” es un remedo pobre, pobrísimo de “cosmovisión” , concepto latino de 2300 años, y que ese concepto es una construcción colectiva. La militancia es una acción ordenada y colectiva, para la guerra y para la paz, para la siembra y para la cosecha, para la fiesta y para el nefasto. Y en ese ser colectivo está su virtud y su trascendencia.

Cambiemos la melodía y hablemos del periodismo militante.

Dejemos de lado a aquellos periodistas militantes del periodismo profesionalizado en el sistema mediático hegemónico de la Argentina, majules, lanatas o zlototenembaumontenegros. Dejémoslos del lado en el que se dejaron.

Hablemos de los que dicen jugar de este lado.

Hay periodistas que todavía creen que son la opinión pública, que en un apreciado esfuerzo moral, ético, técnico y profesional, pueden poner su tarea de relato en un lugar incontaminado. Creen, en una mítica soberbia, que ocupan el lugar de la opinión pública. Y la verdad que nosotros, los periodistas, todos militantes, unos de un lado o del otro y estos, que lo ignoran, hacemos un relato que volcamos a la opinión pública, que no somos nosotros, que es un lugar sin lugar en el que depositamos a diario el resultado de nuestro trabajo para que nos trascienda, para que deje de ser sólo nuestro, para que ponga sus materiales al objeto de la construcción de más y mejor ciudadanía. Claro que este cometido es un cometido poco redituable social y pecuniariamente. Pero ese es el cometido básico. Lo demás son plus o restas, asuntos de la contabilidad y nunca de la comunicación. Esto dista de la objetividad ensoñada y dista del ascetismo y la pretendida independencia. El que se pretenda periodista “ a secas” se prepara periodista a tanto y al mejor postor. Demasiadas desilusiones  se dan estas horas para muchos en donde para nosotros no había motivo para ilusión alguna.

Todo ciudadano quiere saber quién le habla. Eso es un derecho parte del derecho a la información. Todos tenemos derecho a ser informados, a saber cómo se nos informa y tomar nota de quien lo hace. El periodismo es militante o mercenario, y a veces las dos cosas. Las peores de las veces.

Tato Contissa, el Domingo, 28 de noviembre de 2010 a la(s) 0:11 ·

Peronismo marinero

No sé quién puso el metro en la bañera pero lo que estamos tratando de medir es agua. Quiero decir con esto querido Artemio que la categoría “instancia superadora” es una categoría incapaz de mensurar procesos políticos en America Latina en general como en la particular Argentina de estos días.

Y en ese sentido, tempranamente, debo descalificar a los dicentes de la cuestión “ El kirchnerismo es una instancia de superación del peronismo”. Creo que se trata de las ilusiones de viaje que sufren aquellos que por primera vez suben a bordo de un transatlántico. Son experiencias de tierra que obnubilan cuando se encara la extensión extasiada del mar. Pero qué te voy a contar a vos Artemio!. Dejá que te acompañe y se lo cuente a otra gente.

Es que hay otra, gente honesta viviendo la experiencia de entrar al peronismo por la puerta del kirchnerismo, que no advierte que el kirchnerismo no es el barco, sino la puerta. Esta puerta. La puerta que se presenta en este momento de la historia.

El kirchnerismo está en el barco porque los Kirchner son peronistas, un detalle que no debería olvidarse con tanta necesidad  disfrazada de elegante liviandad, para caerle a toda la gente con noticias que no anotician, sino que confunden.

El peronismo no puede ser superado, no porque sea mejor o insuperable, sino porque no está en la dimensión de lo que transcurre en el espacio o el tiempo de la superación. El peronismo es un gancho de izquierda al hìgado, o la carrera de los últimos quince metros antes de entrar al área, antes del zapallazo que termina en gol o en la calle.

Por eso es el gol de Maradona, el Sermón de la Montaña, las recetas de Mahoma o la ópera italiana…es decir esa originalidad que nace del requerimiento histórico destinado a cumplirse como una promesa a la vez inexorable y heroica. En ese sentido, Perón es una consecuencia del peronismo, aunque en la secuencia temporal haya sido el actor de la causa.

Como verás Artemio, no estoy apurado ni urgido y trato de reflexionar sin las premuras de la trinchera. Ya estamos lo suficientemente grandes como para saber que los amores de los ochenta son flirteos vanos si los comparamos con las pasiones setentistas. Y peor: huelen a cala si los comparamos con el ardor de preguntas de los pibes del siglo XXI.

De manera que yo advertiría, antes de seguir hablando, que más explicaciones debería darle al pensamiento argentino el antiperonismo venido a marinero, que el viejo navegante que se pretende dar por superado.

(Artemio es mi admirado Artemio López )

 

Tato Contissa, el miércoles, 29 de septiembre de 2010 a la(s) 0:25 ·

 

Razón y Causa para el Uruguay

El presidente del Uruguay, José Mujica, declara sin causa. Con el acento intencionado de algunos medios del neoliberalismo argentino y el soslayo obligado de la diplomacia, los dichos del veterano mandatario no dejan de ser una provocación al pensamiento.

Podría decirse que tiene la picardía del truco, sino fuera que desde 1930 el Uruguay no juega a nada por los porotos, cuando dejó de valer como trebejo en el tablero imperial británico. La traición histórica a Artigas, traición a dos orillas bien cabe recordar, se extiende en la política oriental con pertinacia hasta nuestros días, pudiéndose decir sin pecado de desestimación que el ex Tupamaro es, sin dudas, un presidente uruguayo más.

Es que el Uruguay no tiene causa, toda vez que nunca pudo abrazar la causa integral latinoamericana de la que fue parte Artigas. Y en esa frustración original, que es parte de toda nuestra frustración, reside su deambular constante más allá del color político que lo conduzca.

Evo Morales es un gran presidente porque tiene causa para Bolivia, su integración política y social. Su país es más pequeño y más pobre que la tierra cisplatina, pero su comprensión del presente le hace valer la causa y lo pone como un articulador indispensable en la región.

Parece que Mujica ha preferido “hacer la diferencia” coqueteando con los que necesitan que el proceso político de América Latina se detenga. Con Tabaré inclusive, el Uruguay hizo como si el ALCA no hubiese fracasado, y ahora observa con mirada cansina e indiferente las corrientes integradoras que conmueven a nuestros países.

El presidente Mujica dice lo que dice entonces, porque declara sin causa que es, en este lar del planeta, como declarar sin razón.

Tato Contissa, el Viernes, 12 de noviembre de 2010 a la(s) 14:45 ·