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Las cosas que dije en medio del silencio

Esto es de 2002. El Juego del Ahorcado. Ediciones Corregidor. Hoy con lo de Papel Prensa a la luz, esto parece apenas penumbra.Pero entonces!!…

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Puede decirse que, históricamente, las relaciones que los servicios de inteligencia tienen con algunos medios y hombres de prensa en particular son más y mejores que las que ostentan las propias dependencias de gobierno destinadas a formalizar esas relaciones: secretarías de prensa o de comunicación, departamento de relaciones institucionales, voceros, etc. Esto es así en el mundo, fue así en todo el mundo, nada hace prever que cambie demasiado en el futuro.

            En la Argentina del último tercio del siglo XX esta institución de uso, sin embargo, merece una lectura diferenciada. Digamos, desde Onganía, las dictaduras y sus programas de transferencia financiera utilizaron eficientemente estas relaciones especiales de los servicios de inteligencia con la prensa y/o las empresas mediáticas de una manera tan íntima que prácticamente esos medios y voceros se habían convertido en la avanzada de acción psicológica de esos intereses sobre la sociedad.

            Por otra parte, estas relaciones generaban un campo difuso dentro del propio campo periodístico, dado que la zona de contacto de ambas actividades ( la periodística y las de inteligencia) se volvía francamente lábil y corrediza.

Quien más quien menos que haya realizado alguna tarea periodística en medios de importancia ha recibido alguna vez una sospechosa sugerencia o una indicación sorprendentemente interesada. Quien más quien menos ha advertido conductas demasiado heterodoxas de algún que otro compañero o sentido alguna presión venida de lugares extramediáticos por una vía intramediática.

            Rara vez, no obstante, los periodistas denuncian o publican estas situaciones y mucho menos hacen referencia a las harto conocidas relaciones que notorios hombres de la prensa, especialmente la electrónica, tienen con las viejas estructuras de los servicios de inteligencia del Estado y de las Fuerzas Armadas.

            El origen de esas relaciones puede ser variado. El más honesto resulta de la necesidad de establecer códigos entre los periodistas y sus fuentes. Cuando los servicios apelan a ese requerimiento de familiaridad que los reiterados contactos producen se empieza a tejer un vínculo que termina casi irremisiblemente en la identidad de las actividades. Los casos más extremos son aquellos consistentes en  la directa inclusión de servicios activos en el interior de los medios, pero estos casos son prácticamente imposibles de comprobar. Una profesión tan aluvional como la periodística descalifica cualquier intento de determinar quien y por qué razones es auténticamente periodista.

            Pero si se los mira bien se los registra fácilmente.

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            Eduardo Feinman acaba de atender su celular. Está sentado en el extremo izquierdo del sillón compartido por los invitados de los almuerzos de Chiquita Legrand. A la derecha de su pantalla, señora.

Con la mano derecha hace sordina para que su decir en la comunicación telefónica no sea tomado por el boom. Están en el aire. La conductora se sorprende y poco amiga de las situaciones informales frente a las cámaras interroga con la mirada al periodista que cierra su celular.

–         Está confirmado Mirtha. Me acaba de llamar el Comisario Galíndez y se sabe que el piloto acaba de fallecer.-

Se trata del famoso caso del avion de LAPA que nunca alcanzó a despegar del aeroparque Jorge Newbery.

–         Bueno – terció indignada la Legrand – pensemos que este programa lo están viendo seguramente los familiares. Así que…por favor…-

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En agosto de 1999 se estrenó en el cine Cosmos la película Padre Mugica que poco tiempo después recibiera el Cóndor de Plata como la mejor realización de cine documental del año.

El trabajo cinematográfico traía desde el oscuro fondo de esos tiempos turbulentos una figura carismática que más crecía a medida que se exploraba en su humanidad. Si la sociedad tenía posiciones tomadas respecto de esa figura, eran más el resultado de las acuñaciones de la época en que fue asesinado que de un conocimiento real. Mugica afloraba así como un ícono  de la causa religiosa por los pobres y desde allí como un militante político forzado por su propia fe.

Pero el dato más destacado del film es el referido a la autoría del asesinato. Desde mayo del ´74 y hasta el ´75 y con posterioridad durante toda la dictadura con origen en marzo del ´76, los servicios de las fuerzas vinculados a la inteligencia de la Triple A generaron la especie muy difundida de que Montoneros, ante la reprobación de Mugica respecto de la continuidad de la lucha armada durante un gobierno democrático, había entrado en una fuerte confrontación con el sacerdote. La versión indicaba que, por esa razón entre otras, Montoneros había matado a Mugica.

Jamás el rumor fue desmentido oficialmente ya que, por otra parte, jamás fueron oficialmente determinados los nombres de los asesinos.

En el film, y a partir de testimonios directos, no sólo se demuestra la inconsistencia de esa versión sino que además se señala que la misma es una evidente operación de los servicios, en ese momento a cargo del lopezreguismo, en un intento de generar conflicto entre la organización armada y los numerosos grupos periféricos a la organización. La operación  lograba, al mismo tiempo, alejar la sospecha social que la muerte hacía caer sobre la figura de José López Rega.

La película Padre Mugica fue más concluyente aún. Desde esos testimonios se presentan los nombres de los autores y su vinculación con la Federal y Prefectura aclarando que “las prestaciones” como ese asesinato y el de Rodolfo Ortega Peña, se hacían por cuenta y orden de la Alianza Anticomunista Argentina.

Más allá de la precisión de los nombres lo que quedaba claro era que ni Firmenich ni nadie en Montoneros había mandado a matar a Mugica y que los asesinos habían salido de esa tríada que relacionaba los servicios de inteligencia con los grupos especiales y las fuerzas de seguridad.

A los diez días del estreno, un apresurado informe sobre “el caso Mugica”, cuya estructura principal remedaba la del documental, fue difundido en el programa Memorias que produce y conduce Samuel «Chiche»”Gelblung. En el informe, casi sin testimonios, con un abuso de la narración en “off” y una desprolijidad inusual en los de su tipo, vuelve a presentarse la tesis de la autoría montonera del asesinato del malogrado sacerdote.

El peso de estos datos convierte una pregunta que se mide inicialmente maliciosa en una interrogante casi ingenua: ¿ de qué Fuerza, de las tantas que hay, saca Gelblung su musa inspiradora?.

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–          Se estrenó una película que hace referencia al Padre Mujica- dijo Julio Lagos con una voz que no resulta hoy tan cálida y aplomada como durante su encumbrado tiempo radiofónico en Belgrano.

–           Mujica es el cura que mandó a matar Firmenich? – interrogó a alguien que no vemos, que no oímos responder, que no está.

La pregunta que responde es el mejor método de interrogatorios que Lagos conoce. Tal vez un vicio profesional. De cualquiera de sus profesiones.

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“El mejor homenaje que los periodistas le pueden hacer a José Luis Cabezas es ser mejores periodistas, investigando más y más alto, indagando con la misma severidad las sospechas sobre el presidente que las que pesan sobre el simple concejal. Durante el mortífero gobierno del General Videla, para dar una falsa idea de libertad, se le permitía a los diarios criticar a funcionarios municipales, secretarios de Estado y ministros civiles. El intendente Cacciatore, por ejemplo, era uno de los chivos expiatorios con que la prensa limpiaba sus culpas por no informar sobre las atrocidades de generales como Suárez Mason y Bussi o almirantes como Massera. Los vicios se incorporan, Grosso, por ejemplo, fue el Cacciatore del comienzo de Menem.”

El párrafo pertenece a una nota editorial de la revista Noticias del 1ro de marzo de 1997 bajo la firma de Jorge Fontevecchia.

Si nos despojamos de la interpretación deducible sobre la inocencia o culpabilidad de los mencionados Cacciatore y Grosso nos queda un mecanismo social – mediático con su impudicia al descubierto.

Pero Fontevecchia creo, comete un error de interpretación tal vez por una generosidad corporativa que yo no tengo. En realidad la prensa del proceso no limpiaba sus culpas por no informar las atrocidades de ocurrencia diaria en esos años oscuros de la historia del país. En realidad este accionar era absolutamente funcional a las mismas atrocidades cometidas.

La realidad construida por los medios reemplaza a toda otra realidad, porque las audiencias sólo pueden asumir una y solo una realidad como posible. Es por eso que, todavía hoy para muchas personas a las que no les tocó vivir directa o indirectamente el clima de atrocidad, lo que se le desinformara por los medios entre 1976 y 1982 es tan o más verdad ( el que golpea primero golpea dos veces) como lo que se le informara por los medios desde 1983 en adelante.

Si a eso le sumamos que muchos de los informadores estaban, están y estarán en carácter protagónico en las pantallas de la televisión, no hay dudas de que la asunción de la realidad es un asunto electivo por parte de las audiencias.

Con respecto Grosso queda claro que, según la interpretación de Fontevecchia que comparto, sirvió para purgar un proceso de corrupción creciente  y que recién comenzaba a expresarse en su versión mega. Sólo agrego que, además, servía de válvula de descompresión a lo que ampliamos en otra parte: la construcción social – mediática del político como “judío” contemporáneo.

 

Tato Contissa, el Domingo, 10 de octubre de 2010 a la(s) 13:28 ·     

Las flores caen desde los balcones altos

Las flores caen desde los balcones altos
sobre la marea aindiada de cabezas que llevan tu cuerpo asesinado
No unen al cielo y a la tierra
sino a toda la tierra desunida.
No proclaman nada ni auguran homenajes,
simplemente te lloran como algo inevitable.
Como si fuese tu muerte cosa de la muerte
Como si fuese tu vida cosa de la vida.

Saben y no saben.

La herida
en el costado del pueblo
humedece el ancho de la calle gorila
Y arrastra las pequeñas soberbias hasta las bocas de tormenta
que se atragantan de esta otra miseria insoportable.

Brilla la pena en las mejillas blancas
Ensombrece el dolor en las pardas mejillas

Todo brilla
aunque el sol no fulgure
Aunque el día no arda tus ardores.

Dentro de la caja
el fracaso de los sicarios viaja
Fuera de la caja
las manos que te portan y los ojos que te mojan
te hallan con tu vida dispuesta y tu batalla.

Donde acaba el cemento están veredando tus pasos incesantes,
tu sotana, tu camisa obrera y tu alzacuello
tu bella carcajada de campana.
Vanas las balas que no te detuvieron
y que habrán de buscarte en otros cuerpos
infundidos de tus ganas.

No son tus restos perforados de infamia lo que llevan
Es tu soldado dispuesto a no quitar la vida
y a ofrendarla en gesto.
Es eso perforado y que aún ofende lo que llevan,
es tu mejilla inerme
abofeteando a la Argentina de los ojos secos.
Tato Contissa, el Martes, 11 de mayo de 2010 a la(s) 12:30 ·

 

Lluevellora

Llueve un agua diseminada y vencida en la ciudad
en la plaza de los balcones y asambleas
tras los puentes que llevan al subsuelo de la patria
de gringos parias y de indios obreros industriales
Llueve llora ese país con la memoria intacta
Hay un dolor de orfandad
otro de pena
Uno de quenas disfónicas y otro de bandoneones derrotados
Un dolor de incertidumbre y otro en desgarro
el barro de la historia amasa mansamente
con lágrimas la tierra bendecida por sus hijos
Y la garganta múltiple del pueblo
canta tu nombre para siempre.

Tato Contissa, el jueves, 1 de julio de 2010 a la(s) 18:14 ·

Lo que no puede ser peronista

Decididos a no achicar el espacio polìtico del pueblo los compañeros del face a instancias de los NDM han realizado una definición muy contundente de lo que NO PUEDE SER EL PERONISMO. Me tomé el atrevimiento de desestimar algunos de los tópicos porque francamente entraban en contradicción con otros (por ejemplo: si el peronismo no es sectario no pueden dejarse afuera a la gente de River por su sólo ser, argumentado sobre un solo ejemplo además. Aceptemos esta broma perucobostera como lo que es…una broma).

También quité algunas categorías por ser demasiado difusas – Amargo – Pecho frío – son rasgos de carácter en última instancia que dicen demasiado poco respecto de lo que se pretende aquì. Para finalizar tomé algunos otros ítems y los sinteticé (de manera arbitraria e inconsulta pero de buena leche) a los efectos de hacerlos más precisos ( caso “pelotudismo en discusiones sobre ídolos de la zurda” que lo extendí a : El peronismo no puede ser ingenuo ideológicamente.

En definitiva nos quedó lo que sigue (siempre sujeto a nuevos tamizados y por supuesto a inclusiones)

El peronismo no puede aceptar nada que vaya en contra de sus tres banderas fundamentales: Soberanía política, Independencia económica y Justicia Social.

(Aquì queda incluida la imposibilidad de que el peronismo acepte recetas coloniales, políticas de destrucción laboral, o leyes que favorezcan la desigualdad social.)

El peronismo no puede ser contrarevolucionario porque sigue vigente que “será revolucionario o no será nada”.

El peronismo no puede contravenir tampoco sus dos cometidos fundamentales: la felicidad del pueblo y la grandeza de la patria. (Aquì queda contenida la cuestión de la soberanía y el objetivo espiritual del quehacer de la política garantizando la educación pública, la salud pública, la protección de los niños y de los ancianos)

El peronismo no puede ser ideológicamente ingenuo. Las utopías son orientadoras siempre y cuando no inmovilicen por su imposibilidad. Los personajes de la historia no son perfectos, ni los propios ni los ajenos. El enemigo es artero y criminal, no se lo puede combatir con ingenuidad.

El peronismo no puede tolerar otro privilegio que no sea el de los niños. ( Por eso no será simpático a los sectores oligárquicos dominantes que fundaron la Nación en función de sus privilegios)

El peronismo no puede resignar el rol del Estado en la regulación y el equilibrio económico y social de la Nación y en la defensa del patrimonio colectivo de los argentinos.

El peronismo no puede ser antidemocrático porque su esencia es la representatividad popular.

Como puede apreciarse, si aplicamos estos principios a muchos hombres y mujeres que se dicen peronistas veremos que no lo son…y…lo curioso, que otros que se dicen no peronistas estarían incluidos e incorporados al espacio liderado hoy por la compañera CFK.

Lo que se avecina es, entonces, definir con precisión la ruta y los compañeros de camino en un año tan crucial como el que ha comenzado….Y CREO YO (MIREN QUIEN LO DICE)  QUE TENEMOS QUE SUSPENDER TODAS DISCUSIONES INUTILES CON LOS COMPAÑEROS DEL PROGRESISMO DENTRO DEL ESPACIO.  Cristina está muy bien, pero no nos sobra nada y hay mucho por disputar de aquí a octubre.

Tato Contissa, el miércoles, 12 de enero de 2011 a la(s) 13:50 ·

Lo Tercero

Esto es un fragmento de «Salven a Clark Kent» Exhortaciones ante la muerte del periodismo. Publicado en 2005 por Corregidor.

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-Pero y entonces ¿quién? – se angustió María, con esa angustia abismada y enferma de vértigo que se le sangraba en la pregunta.

Habían sido muchas horas de discusión. Cuando ya las ganas de discutir porque sí se habían cansado, y de los que quedaban y no habían hecho de esa reunión una sesión de terapia, la mayoría entendía que se había dicho alguna cosa, algo recordable, algo de esa materia inusitada e infrecuente que dicen son ladrillos de la memoria venidera; cuando eso empezaba a ocurrir, a María le había entrado la cosa de la sed de definiciones. Quería “al pan pan…” cuando ya el vino había sucumbido.

– Caparrós y Lanata – tiró Arí con la convicción de quien tira al boleo desde la mitad de la cancha.

            – Caparrós y Lanata – repitió cuando vio que el pelotazo teórico se le iba pegado al banderín del corner.

            Marí hinchó el pecho (tenía qué cosa hinchar) y con el pecho hinchado y la hinchada de los ojos puteando la pifiada de Ari se sentó al borde del abismo de su angustia a dar una batalla mas con el vino que le quedaba en el vaso.

            – Vos querés que yo te diga que estás loco – armó para empezar – que vos no podés traer a esta conversación a ese gordo pelotudo pagado de sí mismo… ¿no es cierto?

Ari se replegó sin entregarse. La oportunidad de discutir con María nunca se le había presentado con la forma tan patente y provocadora de esas hinchadas. Mezcló sorpresa y arrobo y sin eco de tartamudeo disparó.

Hay que elegir de lo que hay. Lo malo define lo bueno. O te quedás con Lanata y Caparrós o te quedás con Cherasny, Feinmann y Hadad. O jugás con los unos o jugás con los otros. No hay otra.-

Hay – devolvió María retirando sus hinchadas a los altos de sus tribunas – Vos te equivocas en lo que se equivocan todos. No se trata de esto o aquello, sino de lo que es y de lo que no es. Lanata y Hadad son el bueno y el malo de lo malo, vainilla y chocolate de un helado que te vende el mismo heladero. Es como dice mi tío Guillermo, que cuando era joven él era fana de Tom Jones y mi tía Betty de Engelbert Humperdinck, y se mataban en las discusiones sobre quien era más capo. Un día descubrieron que los dos trabajaban para el mismo sello y tenían el mismo representante. Mi tío y mi tía se casaron y empezaron a escuchar a los Beatles, de bronca nada más.

–         A ver – pidió Ari – ¿Vos qué querés decirme? ¿Porque no podes estar imaginando que, por estar en la misma pantalla dos discursos que son diametralmente opuestos pueden ser la misma cosa?

–         La misma cosa –apostó de nuevo María.- Porque son la misma televisión y el mismo periodismo. Un progresismo como el de Caparrós que huele a positivismo del siglo XIX aderezado con salsas posmodernas además de patético es paradójico, y le sirve tan bien a la televisión y a este periodismo como Feinmann. Te imaginás a Caparrós y a Lanata sin Hadad y sin Feinmann. Para que Tom Jones pudiera hacer soul y música negra el dueño del kiosco tenía a Humperdinck cantando Baladas. Todos los gustos cubiertos por el mismo productor de productos.

Las hinchadas ya ocupaban toda la tribuna, y Ari no podía dejar de alterar sus percepciones, mirando esa boca, oliendo ese cuello y escuchando a las hinchadas. Hizo lo posible por prolongar el entrevero aunque ya sus argumentos habían retirado el equipo. Incapaz de resignar la baza movió negativamente la cabeza y puso su mirada en el piso, con un esfuerzo contra la hipnosis, como considerando inútil lo que mentía tenía para decir. Sirvió. Una María que ya parecía a reparo del abismo de la angustia continuó bañándolo de atención y presencia exclusivas.

–         Creo que Baudrillard decía…creo, pero si no, no importa…alguien dijo que lo opuesto al mal eral el mal y no el bien…algo así como que el bien no tenía oportunidad. El sistema es tan cerrado que te propone el mal y su otro mal alternativo, lo amargo y lo dulce salido de la misma fábrica, el problema y la solución, Boca y Ríver, el dolor y la aspirina, el stress y el spa….Hadad y Lanata. Así nunca te vas a esforzar por encontrar lo otro posible en un lugar distinto al lugar del negocio del sistema.

–         Lo tercero – murmuró Ari desde su estado magnético. Y sin creer poderlo, porque querer sí que lo quería, logró que esa mujer se iluminara y mojara con su luz todo el ambiente.

–         ¡Sí!. Lo tercero. No podía encontrar una palabra mejor.

Y los dos sonrieron y se entregaron al calor de esa insólita burbuja. Los linderos de una verdad cualquiera, el calor de un hallazgo, suele llevar a los seres humanos a las temperaturas de origen.

Lo que el poeta dijo “al calor del amor”.

Tato Contissa, el Lunes, 4 de octubre de 2010 a la(s) 22:15 ·

Marcha, Voz, Relato, Reacción

El peronismo como hecho cultural de la Argentina y como universal de lo argentino a nivel planetario nunca trazó una política oficial.
No hay certeza de que lo haga, (sí ilusiones Jorge, claro que sí) de manera que ¿a qué viene esta indignación generalizada de izquierda a derecha en el establishment intelectual de la Argentina por haberse cantado la marcha en el acto de asunción del secretario de cultura de la Nación?
Ensayo una interpretación:
La marcha peronista es parte del “relato” de un proyecto de país. En una rápida acción de ponderación significa que los “muchachos” (los aindiados que solo servirían para abono en la comprensión sarmientina del exterminio como base previa de la construcción civilizada) unidos se presienten triunfadores, se pondrán a la vera de los tornos, y refutarán con su condición de obreros industriales la inutilidad genética que les había sido decretada por el “relato” de la Organización Nacional.
La marchita significa (en el sentido cabal de la significación) que los muchachos consiguen la palabra, que es grito, grito de corazón que viva el protagonismo histórico alcanzado y que se nomina simplemente en el nombre de quién conduce. Y lo harán como siempre, una determinación del tiempo que se legitima como derecho humano permanente e inalienable. La marcha dice además que el que conduce tuvo un saber, el saber de conquistar a la gran masa del pueblo, una conquista de amor que hace acero en la lealtad, que es un sentimiento recíproco, imprescindible en los grupos humanos que marchan en la historia.
No me detengo en el combate anunciado al Capital, porque la mensura con categorías ajenas al desarrollo del capitalismo dependiente de los países periféricos es demasiado evidente como para aclarar lo demasiado aclarado.
La gran Argentina, el sueño continentalista sanmartiniano, la ejemplaridad a imitar, que le quita singularidad y divinidad al conductor y la hace obligación moral del conjunto, esa amalgama de sentidos con la que la propia historia ha cargado a lo largo de los años de vida del movimiento son las razones por las cuales aún tiene efecto de irrupción. Por eso molesta, incomoda, genera reacciones de incomprensión.
Ni ramplonería, ni cantito partidario, ni insolencia ante la formalidad republicana….relato, puro relato. Pura afirmación.
Un hecho significante de la cultura que, bien pudiera cerrar un acto de asunción en una secretaría de cultura.

Tato Contissa, el sábado, 1 de agosto de 2009 a la(s) 21:38 ·

Mas del periodismo hace seis años

Otro Fragmento de Salven a Clark Kent, publicado en corregidor en marzo de 2005

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Norma Morandini se debate en las confusiones sembradas con la minuciosidad de un trampero por los integrantes de la mesa que compone con otros. Esta vez son Chiche Gelblung, Orlando Barone y Miguel Wiñasky y, como siempre la moderación, de Nancy Pazos.

Es un juicio al periodismo como el otro, como todos. Es decir una simulación. Claro que por algunos de los componentes de la mesa uno imaginaba un simulacro, es decir una simulación dispuesta para la oportunidad en que se haga un juicio serio.

Pero no. Mientras Barone se extravía en requerimientos éticos que no remiten a ningún tribunal y a ninguna sanción y Wiñasky se extravía simplemente, solo Gelblung cumple con lo que esperamos de él.

Morandini quisiera que las cosas fueran de otra manera. Intenta vanamente intercalar otra gama de ideas en dónde solo reinan apuestas sobre la base de un juego de naipes archí conocido. Cualquiera de sus intervenciones es degollada en el enunciado por uno o por otro, pero el más predecible, el que según el patrón de mi prejuicio debería confrontar con Morandini, que es Gelblung, rara vez la interrumpe, son los otros (tu también Bruto) quienes se arrojan una y otra vez a la factura de ese sacrificio.

Wiñasky ha decidido desbaratar su imagen académica aún cuando solo sea para esa oportunidad. Desliza una y otra vez la idea del periodismo real, del periodismo en acción frente a una cosa que nadie se anima a llamar, la utopía del periodismo. Se para en un pragmatismo y un profesionalismo acorde con la línea mediática del pensamiento único. Se lo advierte feliz de jugar “en primera”.

Cuando Morandini realiza otro conato de insubordinación al discurso único de esa mesa sacando a jugar aquel prejuicio que pesó durante años sobre la formación periodística universitaria, casi juzgado como un pecado antes que como una virtud, Wiñasky desempolvó sus fueros docentes en ese nivel, descolocando más a la discusión que a su ocasional interlocutora. Y allí entra Gelblung, en esa fisura de un bloque que parecía lógicamente unido.

La televisión ingresa a la agenda temas que no ingresan por la puerta de los grandes diarios. Eso dice Gelblung, quien traza ejemplos en el aire sin temor al absurdo, puesto que no espera reflexión alguna de sus dichos en la audiencia y, parece que tampoco, en esa mesa. Y Wiñasky ratifica. Claro dice, yo no tenía idea de la existencia de ese chico…¿Walter Olmos se llama?…y coquetea una ignorancia elegante dada la naturaleza del dato, para rematar: …y me enteré por la televisión.

Chiche retoma la insólita posta y continúa con sus ejemplos de alta improbabilidad y que no obstante nadie cuestiona: es imposible que Joaquín Morales del Solá, o Ernestina de Noble o Magnetto se hagan cargo de la historia de esa mujer a la que le mataron al chico en la villa.

La audacia parece que terminará con la coherencia que el discurso errático de la reunión coronaba una vez más esa noche. Pero no pasará absolutamente nada.

Morandini alcanzó a pronunciar cuatro palabras más en las que pudo haber estado el punto axial de un debate que discurría intrascendente. Pero rauda, una vez más, la conductora olió el vértigo y juntó todos los naipes de la mesa para dar de nuevo.

– A mi me interesa que hablemos de la relación del periodismo con la política y los políticos – reubicó Pazos- si les parece en el próximo bloque.

No es de esperar que algo ocurra en estos programas, y menos que tal ocurrencia propicie un fenómeno de opinión pública. Pero son sintomáticos de la operación mediática, o para mejor decir una necesidad adicional a la acción de los medios de lanzar sus sondas al seno de la sociedad mediática.

Sí los actores de la construcción mediática permiten que otros realicen el juicio a su accionar, toda la construcción corre peligro de derrumbes.

Pero no soy amigo de resolver todos los complejos por la vía de la teoría conspirativa. Creo que el periodismo en general se mira pero no se ve. Acostumbrado a ser ojo no hace caso a ningún espejo y se le ha atrofiado el sentido de la autocrítica que, en la profesión, es el imprescindible modo de la autorregulación, y fuera de ella, condición excluyente para que un sistema no pierda el equilibrio funcional.

En ese sentido, me parece más apropiado  (aún a riesgo de reducir el análisis vía psicologuismo) fundar esta ceguera en el miedo.

En efecto, creo que el miedo a caerse de la corporación, el miedo al castigo que el sistema mediático ( el gran fantasma del periodista) le puede infringir a quien lo desafíe, el miedo a desaparecer, el miedo a perder la competencia, el miedo a no ser tenido en cuenta, el miedo al olvido de las audiencias, el miedo a la intrascendencia, el miedo al fracaso (es decir a la pérdida del “éxito”) son los motivos básicos por los cuales, el periodismo en general no puede verse ni puede ver tampoco esta situación de desesperante agonía en que se encuentra la profesión.

Pero si hablamos del periodismo en particular hallaremos muchos otros motivos que, no debemos generalizar ni siquiera ponerlo en números mayoritarios, explican el porque hay periodistas que prefieren no ver. Desde la simple ambición personal hasta la asociación con el poder en cualquiera de sus manifestaciones, podemos enumerar una docena de esos motivos. Pero hay periodistas que, por el contrario, imaginan que cualquier crítica, cualquier puesta en juicio de la actividad es, mas temprano que tarde, un instrumento del poder para cercenar la libertad de información.

Horacio Verbitzky, por ejemplo, asegura que parte del poder político sueña con una sociedad sin periodistas. Algo que es tan cierto como que es probable que esto concluya en una sociedad en la que haya periodistas sin periodismo, que es como decir que haya una sociedad sin periodistas tal como han sido concebidos originalmente y que, como aseguramos aquí, lo que llamen periodista sea el resultado final de una desgraciada mutación.

Creo que Verbitsky sabe de este otro peligro de desaparición del periodismo, como tantos otros periodistas. Y si nadie debería contradecir la primera sospecha, tampoco debería silenciar la segunda. Sería bueno que si Verbitsky sabe que el periodismo peligra también por sí mismo, nos lo haga saber.

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Tato Contissa, el Lunes, 4 de octubre de 2010 a la(s) 23:05 ·

No somos Roma ni pagamos traidores

Ganar y ganar muy bien es una tarea, una necesidad, un imperativo histórico. Pero ganar no puede ser una razón para cometer errores y faltarnos el respeto. El 29 de junio de 2009 hubo gente, de alta investidura en el gobierno, que cruzó el Rubicón armado y a favor del enemigo. Tranzó con Clarín, dijo que la Ley de Medios se llevaba puesto al gobierno, antes había entorpecido todo el trámite de la 125, y después se paseó por los canales de la derecha a graznar en contra del Gobierno Nacional avalando la teoría de la crispación y desmereciendo la acción transformadora de la realidad argentina llevada adelante por CFK.

En estas horas, estas ratas están vadeando el río a favor de las proyecciones que las encuestadoras le dan a la presidente y al proyecto.

Yo no me voy a hacer el pelotudo fingiendo  que no los veo.

Y atiendasé a las razones: Es por lealtad…la bronca es por lealtad.

Tato Contissa, el Lunes, 7 de febrero de 2011 a la(s) 21:13 ·

Odadeufas

Un asomo y un contiguo enfilan hacia el bar de las insinuaciones

Beben sobrios y muerden la seca galleta de sus eufemismos

La vida se aburre de brillar combada en el verde lomo de las aceitunas

Un bretel tensa la tarde pero ya es tarde para tarde

y la soledad ofrece su colmillo

Sólo queda la promesa de mañana y esa certeza de que no será cumplida.

No hay caso para el amor sin caso

que te anquilosa las ausencias

y te pincha el globo del domingo.

Tato Contissa, el sábado, 6 de noviembre de 2010 a la(s) 19:35 ·

Palabra que milita

Los paradigmas históricos marcan todo: incluidas las profesiones. Los científicos decimonónicos, imbuidos de la centralidad de la ciencia y el pensamiento positivo cobraron un rango superior en las mediaciones culturales hasta el fatídico cachetazo de la Gran Guerra del catorce. Allí Europa dio pruebas que la tecnología y la ciencia no  necesariamente te aleja del salvajismo. Diez siglos antes, la Iglesia Católica Institucionalizada, asentaba el predominio sobre la casi totalidad de las relaciones humanas, desde la constitución de la familia hasta el orden político y militar, pasando por el acuñe de monedas y el dominio financiero de la economía feudal.

Siempre es así, el temperamento de cada tiempo tiñe a cada hombre y mujer de ese tiempo y a todos los entramados que los vinculan entre sí y con el mundo de los objetos. Así tanto en los grandes lineamientos de la historia como en los colores predominantes de las tendencias variables en cada época.

A nadie le extrañe entonces que, retornada la política y la militancia, esa paleta tiña aquí y allá en esta Argentina de nuestros días. Y entre los aquí y los allá los haceres humanos también se coloran.

Los médicos vuelven a discutir el sanitarismo y la cuestión pública de la salud, los arquitectos e ingenieros (a excepción de Macri) discuten sobre la calidad y naturaleza de los asentamientos y el urbanismo como política pública, los actores sienten la necesidad de establecer otro compromiso con la sociedad en la que, con menor o mayor conocimiento, tino y nobleza, en general, la política vuelve a sus cuencos de la realidad cotidiana para que todos la bebamos.

Cuánto más el periodismo, que viene ocupando el centro del sistema de la cultura contemporánea por el imperio de la supermediación de los medios de comunicación, habrá de tintarse de política y militancia. No puede ser que la profesión encargada del relato del presente se exima de hacerse a sí misma de ese presente, decir presente y hacerse presente, para parafrasear a Jacques Derrida.

Es tan obvio, que uno debe preguntarse qué pasa que hay tanto alboroto y tanta voluntad condenatoria en algunos sectores de la sociedad argentina para lo que llaman periodismo militante.

Intentaré un bosquejo de respuesta.

La Argentina del antiproyecto inaugurada en marzo de 1976 y consolidada entre 1983 y 2001, supo desde el principio que había que congelar el relato. Las dos instrumentaciones para este cometido son noticia vergonzante en estos días: la ley de radiodifusión de la dictadura y la enajenación de la empresa papel prensa.

El periodismo debía sufrir la misma operación de asepsia esencial ya operada sobre la Economía. Como se sabe, cada vez que se habla de Economía se la comprende como una ciencia sin tendencias, sin escuelas, sin variaciones. La Economía es la del designio neoliberal, monetarista, dependiente, ortodoxa. El periodismo es apolítico, apartidario, aideológico, es decir: independiente. Esta condición gozó prontamente de buenos vientos, porque los periodistas comenzaron a adquirir prestigios excesivos, consideraciones sociales abusivas y dinero, mucho dinero. Tanto dinero que hoy es difícil no pensar a los periodistas de la TV como otra cosa que como empresas. Claro que esa realidad no fue la realidad de todos, pero fue la tentación de la mayoría y en consecuencia su factor de disciplinamiento.

Para que esto se sostuviera en el tiempo debía manejarse la independencia periodística como un dogma irrefutable y debería privarse a los periodistas de hacer noticias u opiniones sobre el desempeño de la profesión. Así, hacer periodismo de periodistas, era pecado mortal en el catecismo del periodismo hegemónico.

Las dos manillas de la pinza sostuvieron por tres décadas un arquetipo periodístico basado en el éxito profesional y la docilidad frente a las grandes corporaciones.

Sobre mediados de los ochenta al sistema mediático hegemonizado por este paradigma comenzó a aparecerle un suburbio. La disponibilidad tecnológica y la resistencia política a la Ley de radiodifusión de la dictadura permitieron la proliferación de un gran número de nuevos medios. Aún no se ha escrito respecto de la gran influencia modelar que sobre todo el sistema operó esta aparición multitudinaria de medios. Los estilos, las formas, los acentos y las estéticas cobraron nueva vida en la radiofonía argentina al imperio de de este estado de insurgencia comunicacional.

A partir de allí, salvo por las acciones policiales realizadas desde el COMFER con la conducción de los grandes medios y por la acción concentradora de las corporaciones, nada podía ser igual. Tanto así que, con el primer gobierno serio de corte nacional y popular se reemplazó la ley de la dictadura.

En este marco, y con la política revivida, se planta la discusión respecto del llamado “periodismo militante”. Muchos nobles colegas se las han visto en figurillas para dar una explicación a sus propios cambios de conducta. Pero más allá de las contorsiones y acrobacias, la presencia de un periodismo consustanciado con la realidad en la que se despliega es ineluctable.

Nadie es odontólogo antes que persona, ni talabartero ni taxista ni periodista. La amputación de ciudadanía al periodismo es la operación más siniestra que la democracia liberal burguesa ha pretendido contra la profesión para convertirla en una cofradía de traficantes de influencias o en un hato de eunucos intelectuales.

Parece que se ha terminado el fraude. La palabra milita y vuelve a ser un logos activo en el relato del presente.

Tato Contissa, el Domingo, 23 de enero de 2011 a la(s) 11:40 ·