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La victoria del río

 El río tiene, con ser muchos, todos los colores necesarios. Se mueve entre extrañas alegrías, pesares a la altura de los ojos, y canciones flameando de banderas.

La muerte, en tanto, tiembla en el cajón cerrado. Sabe, porque ya ha sido mil veces derrotada, que esa multitud viene a vencerla y a quitarle esos despojos que apenas ha podido retener por unas horas.

No la consuela sentir la carne corromperse, porque esas voces le gritan al cuerpo y lo estremecen, infundiéndolo de gestos vívidos y de antiguos movimientos. Las manos hachando el aire, los ojos mirando unos metros por encima del cielo, las voces engarzadas en toda la música posible.

La muerte, esa allí apostada y toda la otra muerte que es la muerte misma, tiembla en el tremolar de esa carne vivada por las multitudes, porque la memoria de otros muertos vitoreados le advierten que está siendo acechada por la historia.

Esos que pasan a su vera, tan cerca de su ser inexorable y tan alejados -sin embargo- de su garra, se parecen absolutamente a la continuidad humana de la historia.

La historia, una jurisdicción en la que la muerte no tiene derechos y sólo se limita a ser una nota de relato y el gesto pequeño de la vuelta de página. Allí, en la historia que anda, la muerte no tiene facultades, es apenas una pobre carroñera llevándose jirones de nada a su guarida sin memoria.

El río no cesa, y hace pesar esa insistencia en la quejumbrosa osamenta de la parca. Ese muerto se prolongará en otras vidas en una sucesión que solivianta el sueño de la eternidad humana.

La trascendencia es la ensoñación de esos animales ingenuos que somos los hombres y las mujeres de la historia.

Poseedores de un carácter común y un oído especial para las causas trascendentes, ese río se llama pueblo. Hay más aguas nuevas en el curso de tanta agua, es mayoritariamente joven la Argentina del río.

Una mujer posa su mano sobre ese cauce dolorido una y otra vez. Se moja en ese amor y se unge. Se hace cargo del dolor ajeno con la sola autoridad de su dolor.

La muerte está sitiada, acorralada entre esa mujer y el río, apenas un corifeo miserable ensaya cocoritas desdeñosas desde algunas mezquinas pantallas muy alejadas de la plaza.

La muerte no consigue ayuda, ni aliados, ni custodios, ni nada. El portento del río y esa mujer son demasiado para su gris menester. Un alma más que se queda en el río, piensa, un alma más para la historia, sabe.

Se aleja a sus otros trámites caminando hacia el otro río, disimulándose entre los afligidos corazones que mojan las orillas de la plaza.

La noche llega para que sea más bella la luz reflejada en ese obstinado río de amor. Amanecerá, más seguramente que nunca.

Ahora llueve.

Llueve, llora, el cielo llueve, el pueblo llora. El que sabe llorar sabe limpiarse los ojos para ver mejor el futuro. El río ha ocupado el centro de la historia.-


(Publicado por la Agencia Telam)

 

Tato Contissa, el sábado, 30 de octubre de 2010 a la(s) 12:42 ·

Peronismo marinero

No sé quién puso el metro en la bañera pero lo que estamos tratando de medir es agua. Quiero decir con esto querido Artemio que la categoría “instancia superadora” es una categoría incapaz de mensurar procesos políticos en America Latina en general como en la particular Argentina de estos días.

Y en ese sentido, tempranamente, debo descalificar a los dicentes de la cuestión “ El kirchnerismo es una instancia de superación del peronismo”. Creo que se trata de las ilusiones de viaje que sufren aquellos que por primera vez suben a bordo de un transatlántico. Son experiencias de tierra que obnubilan cuando se encara la extensión extasiada del mar. Pero qué te voy a contar a vos Artemio!. Dejá que te acompañe y se lo cuente a otra gente.

Es que hay otra, gente honesta viviendo la experiencia de entrar al peronismo por la puerta del kirchnerismo, que no advierte que el kirchnerismo no es el barco, sino la puerta. Esta puerta. La puerta que se presenta en este momento de la historia.

El kirchnerismo está en el barco porque los Kirchner son peronistas, un detalle que no debería olvidarse con tanta necesidad  disfrazada de elegante liviandad, para caerle a toda la gente con noticias que no anotician, sino que confunden.

El peronismo no puede ser superado, no porque sea mejor o insuperable, sino porque no está en la dimensión de lo que transcurre en el espacio o el tiempo de la superación. El peronismo es un gancho de izquierda al hìgado, o la carrera de los últimos quince metros antes de entrar al área, antes del zapallazo que termina en gol o en la calle.

Por eso es el gol de Maradona, el Sermón de la Montaña, las recetas de Mahoma o la ópera italiana…es decir esa originalidad que nace del requerimiento histórico destinado a cumplirse como una promesa a la vez inexorable y heroica. En ese sentido, Perón es una consecuencia del peronismo, aunque en la secuencia temporal haya sido el actor de la causa.

Como verás Artemio, no estoy apurado ni urgido y trato de reflexionar sin las premuras de la trinchera. Ya estamos lo suficientemente grandes como para saber que los amores de los ochenta son flirteos vanos si los comparamos con las pasiones setentistas. Y peor: huelen a cala si los comparamos con el ardor de preguntas de los pibes del siglo XXI.

De manera que yo advertiría, antes de seguir hablando, que más explicaciones debería darle al pensamiento argentino el antiperonismo venido a marinero, que el viejo navegante que se pretende dar por superado.

(Artemio es mi admirado Artemio López )

 

Tato Contissa, el miércoles, 29 de septiembre de 2010 a la(s) 0:25 ·

 

Periodismo militante

Hace veinte años me definí como militante de la comunicación. La frase y otras ideas contaminadas de ese concepto aparecen en este minuto. Creo que vale el intento de decir alguna cosa a este respecto hoy que se habla de periodismo militante.

Oí en TVR que a Santaolalla le incomoda la paronimia de militar-militante. Es músico. Se le entiende y se le perdona, puesto que hay para entender y para perdonar en semejante liviandad. Preocupa más la incomodidad de periodistas. Santaolalla no me exige la idea de que comprenda que “big picture” es un remedo pobre, pobrísimo de “cosmovisión” , concepto latino de 2300 años, y que ese concepto es una construcción colectiva. La militancia es una acción ordenada y colectiva, para la guerra y para la paz, para la siembra y para la cosecha, para la fiesta y para el nefasto. Y en ese ser colectivo está su virtud y su trascendencia.

Cambiemos la melodía y hablemos del periodismo militante.

Dejemos de lado a aquellos periodistas militantes del periodismo profesionalizado en el sistema mediático hegemónico de la Argentina, majules, lanatas o zlototenembaumontenegros. Dejémoslos del lado en el que se dejaron.

Hablemos de los que dicen jugar de este lado.

Hay periodistas que todavía creen que son la opinión pública, que en un apreciado esfuerzo moral, ético, técnico y profesional, pueden poner su tarea de relato en un lugar incontaminado. Creen, en una mítica soberbia, que ocupan el lugar de la opinión pública. Y la verdad que nosotros, los periodistas, todos militantes, unos de un lado o del otro y estos, que lo ignoran, hacemos un relato que volcamos a la opinión pública, que no somos nosotros, que es un lugar sin lugar en el que depositamos a diario el resultado de nuestro trabajo para que nos trascienda, para que deje de ser sólo nuestro, para que ponga sus materiales al objeto de la construcción de más y mejor ciudadanía. Claro que este cometido es un cometido poco redituable social y pecuniariamente. Pero ese es el cometido básico. Lo demás son plus o restas, asuntos de la contabilidad y nunca de la comunicación. Esto dista de la objetividad ensoñada y dista del ascetismo y la pretendida independencia. El que se pretenda periodista “ a secas” se prepara periodista a tanto y al mejor postor. Demasiadas desilusiones  se dan estas horas para muchos en donde para nosotros no había motivo para ilusión alguna.

Todo ciudadano quiere saber quién le habla. Eso es un derecho parte del derecho a la información. Todos tenemos derecho a ser informados, a saber cómo se nos informa y tomar nota de quien lo hace. El periodismo es militante o mercenario, y a veces las dos cosas. Las peores de las veces.

Tato Contissa, el Domingo, 28 de noviembre de 2010 a la(s) 0:11 ·

Palabra que milita

Los paradigmas históricos marcan todo: incluidas las profesiones. Los científicos decimonónicos, imbuidos de la centralidad de la ciencia y el pensamiento positivo cobraron un rango superior en las mediaciones culturales hasta el fatídico cachetazo de la Gran Guerra del catorce. Allí Europa dio pruebas que la tecnología y la ciencia no  necesariamente te aleja del salvajismo. Diez siglos antes, la Iglesia Católica Institucionalizada, asentaba el predominio sobre la casi totalidad de las relaciones humanas, desde la constitución de la familia hasta el orden político y militar, pasando por el acuñe de monedas y el dominio financiero de la economía feudal.

Siempre es así, el temperamento de cada tiempo tiñe a cada hombre y mujer de ese tiempo y a todos los entramados que los vinculan entre sí y con el mundo de los objetos. Así tanto en los grandes lineamientos de la historia como en los colores predominantes de las tendencias variables en cada época.

A nadie le extrañe entonces que, retornada la política y la militancia, esa paleta tiña aquí y allá en esta Argentina de nuestros días. Y entre los aquí y los allá los haceres humanos también se coloran.

Los médicos vuelven a discutir el sanitarismo y la cuestión pública de la salud, los arquitectos e ingenieros (a excepción de Macri) discuten sobre la calidad y naturaleza de los asentamientos y el urbanismo como política pública, los actores sienten la necesidad de establecer otro compromiso con la sociedad en la que, con menor o mayor conocimiento, tino y nobleza, en general, la política vuelve a sus cuencos de la realidad cotidiana para que todos la bebamos.

Cuánto más el periodismo, que viene ocupando el centro del sistema de la cultura contemporánea por el imperio de la supermediación de los medios de comunicación, habrá de tintarse de política y militancia. No puede ser que la profesión encargada del relato del presente se exima de hacerse a sí misma de ese presente, decir presente y hacerse presente, para parafrasear a Jacques Derrida.

Es tan obvio, que uno debe preguntarse qué pasa que hay tanto alboroto y tanta voluntad condenatoria en algunos sectores de la sociedad argentina para lo que llaman periodismo militante.

Intentaré un bosquejo de respuesta.

La Argentina del antiproyecto inaugurada en marzo de 1976 y consolidada entre 1983 y 2001, supo desde el principio que había que congelar el relato. Las dos instrumentaciones para este cometido son noticia vergonzante en estos días: la ley de radiodifusión de la dictadura y la enajenación de la empresa papel prensa.

El periodismo debía sufrir la misma operación de asepsia esencial ya operada sobre la Economía. Como se sabe, cada vez que se habla de Economía se la comprende como una ciencia sin tendencias, sin escuelas, sin variaciones. La Economía es la del designio neoliberal, monetarista, dependiente, ortodoxa. El periodismo es apolítico, apartidario, aideológico, es decir: independiente. Esta condición gozó prontamente de buenos vientos, porque los periodistas comenzaron a adquirir prestigios excesivos, consideraciones sociales abusivas y dinero, mucho dinero. Tanto dinero que hoy es difícil no pensar a los periodistas de la TV como otra cosa que como empresas. Claro que esa realidad no fue la realidad de todos, pero fue la tentación de la mayoría y en consecuencia su factor de disciplinamiento.

Para que esto se sostuviera en el tiempo debía manejarse la independencia periodística como un dogma irrefutable y debería privarse a los periodistas de hacer noticias u opiniones sobre el desempeño de la profesión. Así, hacer periodismo de periodistas, era pecado mortal en el catecismo del periodismo hegemónico.

Las dos manillas de la pinza sostuvieron por tres décadas un arquetipo periodístico basado en el éxito profesional y la docilidad frente a las grandes corporaciones.

Sobre mediados de los ochenta al sistema mediático hegemonizado por este paradigma comenzó a aparecerle un suburbio. La disponibilidad tecnológica y la resistencia política a la Ley de radiodifusión de la dictadura permitieron la proliferación de un gran número de nuevos medios. Aún no se ha escrito respecto de la gran influencia modelar que sobre todo el sistema operó esta aparición multitudinaria de medios. Los estilos, las formas, los acentos y las estéticas cobraron nueva vida en la radiofonía argentina al imperio de de este estado de insurgencia comunicacional.

A partir de allí, salvo por las acciones policiales realizadas desde el COMFER con la conducción de los grandes medios y por la acción concentradora de las corporaciones, nada podía ser igual. Tanto así que, con el primer gobierno serio de corte nacional y popular se reemplazó la ley de la dictadura.

En este marco, y con la política revivida, se planta la discusión respecto del llamado “periodismo militante”. Muchos nobles colegas se las han visto en figurillas para dar una explicación a sus propios cambios de conducta. Pero más allá de las contorsiones y acrobacias, la presencia de un periodismo consustanciado con la realidad en la que se despliega es ineluctable.

Nadie es odontólogo antes que persona, ni talabartero ni taxista ni periodista. La amputación de ciudadanía al periodismo es la operación más siniestra que la democracia liberal burguesa ha pretendido contra la profesión para convertirla en una cofradía de traficantes de influencias o en un hato de eunucos intelectuales.

Parece que se ha terminado el fraude. La palabra milita y vuelve a ser un logos activo en el relato del presente.

Tato Contissa, el Domingo, 23 de enero de 2011 a la(s) 11:40 ·

Odadeufas

Un asomo y un contiguo enfilan hacia el bar de las insinuaciones

Beben sobrios y muerden la seca galleta de sus eufemismos

La vida se aburre de brillar combada en el verde lomo de las aceitunas

Un bretel tensa la tarde pero ya es tarde para tarde

y la soledad ofrece su colmillo

Sólo queda la promesa de mañana y esa certeza de que no será cumplida.

No hay caso para el amor sin caso

que te anquilosa las ausencias

y te pincha el globo del domingo.

Tato Contissa, el sábado, 6 de noviembre de 2010 a la(s) 19:35 ·

No somos Roma ni pagamos traidores

Ganar y ganar muy bien es una tarea, una necesidad, un imperativo histórico. Pero ganar no puede ser una razón para cometer errores y faltarnos el respeto. El 29 de junio de 2009 hubo gente, de alta investidura en el gobierno, que cruzó el Rubicón armado y a favor del enemigo. Tranzó con Clarín, dijo que la Ley de Medios se llevaba puesto al gobierno, antes había entorpecido todo el trámite de la 125, y después se paseó por los canales de la derecha a graznar en contra del Gobierno Nacional avalando la teoría de la crispación y desmereciendo la acción transformadora de la realidad argentina llevada adelante por CFK.

En estas horas, estas ratas están vadeando el río a favor de las proyecciones que las encuestadoras le dan a la presidente y al proyecto.

Yo no me voy a hacer el pelotudo fingiendo  que no los veo.

Y atiendasé a las razones: Es por lealtad…la bronca es por lealtad.

Tato Contissa, el Lunes, 7 de febrero de 2011 a la(s) 21:13 ·

Yo digo… y es sólo un decir

Pero yo digo que te jugaste esa ficha haciendo que no era la última…

Sabiendo de saber que uno no es,

Que lo que es, es algo que no es uno…

Yo digo eso, y no me equivoco si miro el fondo de tu muerte y su sosiego,

 y si veo las fauces pobrísimas de los odios que creaste…

En realidad no se trata de odios nuevos

El odio es tan viejo como la misma muerte

es odio antiguo y avivado por esta brisa de victoria

que asoma estos tiempos los que somos parte.

Pero era tu ultima ficha…y la jugaste

 

Ay loco de la buena mierda

Que manera de decirle a esas mierdas de la mala mierda

que el corazón del pueblo mueve corazones

Y que el tuyo escuchó la música

Y tembló sin cortapisas.

 

Hay en la calle una misa estruendosa

de corazones rojos de canciones.

Las vamos a cantar en tu mujer,

esa mujer tan nuestra y heredada.

para preñar futuros de oraciones.

Porque vamos a ganar con esa ficha de muerte que jugaste

haciendo como si no se tratase de la ùltima,

como si esa ni fuese la que te quedaba

como si la victoria fuese inexorable

y el universo fuese peronista.

 

En el final de la historia

Hay un loco mejor que la locura

 

Tato Contissa, el jueves, 28 de octubre de 2010 a la(s) 1:56 ·

Ya es ya… la verdad es ahora

El asesinato del militante político Mariano Ferreyra, fue a manos de la antipolítica refugiada en las estructuras sindicales de la década del noventa, la miserable condición del sindicalismo surgente a la luz de las privatizaciones, del enajenamiento del Estado y de la flexibilización laboral. Dos estructuras del movimiento obrero resistieron a esa degradación: el MTA (Hoy conducción de CGT) y la CTA. Es decir, el sindicalismo de hoy. Una estructura de generación simbólica, en cambio, sostuvo el proceso de los noventa: el sistema mediático hegemónico detentado a la luz de la ley de radiodifusión de la dictadura y de la concentración en la producción de opinión escrita a partir del fraude de Papel Prensa.

El esclarecimiento urgente de los hechos, de su autoría material, su pergeño  político, su instigación, permisividad y omisión culposa, y todas sus derivaciones políticas sobrevinientes, son hoy causa del pueblo argentino.

Todos los que subsuman a sus miserables intereses de cualquier especie esta misión, no importa qué digan y que representen, son infames traidores a la memoria de Mariano Ferreyra y de la patria del que él era parte.

Tato Contissa, el Viernes, 22 de octubre de 2010 a la(s) 23:45 ·

 

Ya es hora

Esto fue escrito exáctamente hace un año, a los pocos días de la muerte del negro Miguel Angel González. Ya es hora.

Yo no te iba a preguntar si te la gastaste toda, si la cueruda de tus ilusiones venía adelgazando tanto como vos, porque hubiese sido preguntar si te ibas para no seguir pato el tiempo que por quedar quedara.

Voy a extrañar mis artes de sacarte la tristeza a patadas en el culo, eso sí. Hablo de cuando me hacías ese Discépolo tardío, lleno de resignaciones que nadie te pedía. Y voy a extrañar el habernos creído entendidos en muertes y aventadores poderosos de todo sufrimiento. Saber que eso que llamábamos “la pena amiga” al calor de nuestras erudiciones, es sólo una turra impiadosa que no para de tirarte ají chileno en las heridas, es todo lo que tolero aprender en estas horas.

Yo sé que le estoy hablando solamente a lo que recuerdo de vos, que ha sido mucho, de muchos años, de todos los meses de todos esos años, y sus semanas y sus días. Tanta cotidianeidad que casi le estoy hablando a una persona que no ha muerto, que todavía tiene palabras y asaltos para abordar mis errores de cálculo y mis errores calculados. Yo sé también, que es decir más, que esto que hago es una variación en la melodía del dolor humano inevitable, que habrá cosas mejor dichas, más necesarias, más autorizadas y que seguramente vos ya has leído. Pero sé también que si no hago esto le estaría fallando a tu histórico preverme. No sé como hiciste pero me adivinaste las tres cartas que tengo desde el mismísimo principio.

Ay Negro, andamos tan al margen de la vida que estamos más a riesgo que nadie de caernos al otro lado. Y yo, que no me cuido, no sé decir cuidado.

Por eso no te avisé que la turra impiadosa no jode con nadie y menos con nosotros, que le tiene mucha bronca a la insolencia y a los tipos que se juegan la vida en una tarde al pedo con queso güisqui y papas fritas. Que esa desgraciada no tolera a los tipos que dicen que las aceitunas y las cebollitas de copetin son verdura. Que no se banca a nadie que sea capaz de llorarse sobrio un soneto.

Ya ni me acuerdo si creías en Dios. Ya no me acuerdo si yo creía.

Si se te da por volver yo voy andar lo que quede más o menos por los mismos lados. No aparezcas de golpe. aparece despacio, a tu ritmo, como siempre. Dame tiempo para disimular toda la bronca esta que no quire ni puede resignarse.

Trae vino.

Tato Contissa, el Viernes, 14 de enero de 2011 a la(s) 9:26 ·

Vergüenza las pelotas

Un hecho policial, casi de tráfico aduanero, con responsabilidad diseminada en por lo menos siete dependencias de cuarto y quinto orden en la jerarquía del Estado, resulta, parece, dicen, que tiene que avergonzarnos. Se trata de los viajes de los barrabravas, especie del reino mineral que nace de la politiquería institucional del Fútbol que creció a pasto con la Libertadora, y que desarrolló su máximo vigor con la democracia recuperada y, especialmente, en la década del menemato. Mierda mafiosa que se expande cuando la política se deteriora en extensión y en número. Pero nada más que eso.
Parece, dicen, pontifican, acusan en cambio, la vergüenza que debe aquejarnos a los argentinos en virtud de este “papelón”. La pregunta es ¿frente a quienes? ¿Quiénes están en condiciones morales y éticas para juzgar y provocar de solo mirada nuestra vergüenza? Alemania con sus siete millones de judíos europeos pasados por la más fabulosa máquina de tortura de la historia de la Humanidad? No. Frente a ellos apenas hemos pasado una luz amarilla en una calle subsidiaria del conurbano bonaerense a las cinco de la mañana. ¿Los Estadounidenses, país invasor por excelencia, atropellador de todo orden institucional en todos los continentes del planeta? No. Frente a ellos los capos de las barras son los siete enanos de Blancanieves. ¿Los franceses, portugueses, italianos, holandeses, que produjeron en cincuenta años la desaparición de decenas de etnias en el continente africano…es decir la desaparición de bancos genéticos humanos completos que habían atravesado toda la peripecia que el resto de la humanidad y sobreviviendo? No. En relación a ellos nos hemos quedado con un vuelto de una quiosquera septuagenaria distraída?
Y si pensás que estoy estableciendo comparaciones con un pasado de un Occidente que, reflexivo y experimentado, ha cambiado su actitud frente al mundo, pedile al ejército de los EE.UU que deporte a los ciento de miles de barrabravas que sostiene en Irak y Afganistán, y al Estado oriental occidentalizado fascista de Israel que no aborde en operativos piratas con fuerzas de èlite a barcos con ayuda humanitaria, que son las cosas de un hoy horrendo y vergonzante en la que los cipayos de la derecha argentina no gastan ningún rubor.

Tato Contissa, el jueves, 10 de junio de 2010 a la(s) 21:18 ·