En Roma como los romanos

La idea de someter la identidad es el certificado de defunción de la extranjería. No ser extraño en ningún lado es suprimirse como agente de una cultura. El hombre occidental moderno tiende a eso: pretende ser del mundo y cada vez es más de ningún lugar.

La prevención de no alterar el orden en casa ajena, no obstante, sigue siendo buena. Solo el asesino invade sin tener en cuenta el piso que lo sostiene.