El desencantador y la serpiente

Aguad remeda el gesto del boxeador pero sin el boxeo, sin el rival…hace “sombra”. Hace de intelectual que piensa el país, que lo sufre, al estilo Agüinis…apenas un matiz de diferencia con el rictus centenario de buena parte de la intelectualidad que recrea la autodenigración y el sentimiento de minusvalía. Pero Agüad no solo que ve desencanto en dónde nosotros no le vemos, sino que lo ve donde no lo hay. A estos intelectuales siempre el país los vence….o con los cartoneros “desafiando la falta de apego al trabajo de los argentinos” o con seis millones en multitud sacando la apacible alegrìa contra la insidia, el desaliento y la desesperanza sembrada a raudales sobre sus corazones por el sistema mediático concentrado, a diario e impiadosamente.
No Aguad, los argentinos no estamos desencantados, porque jamás nos resignamos a ser espectadores de la historia. Y donde haya un lugar en donde hacernos visibles pondremos en evidencia con nuestra alegría luchadora la maledicencia de los espíritus miserables.

Tato Contissa, el jueves, 27 de mayo de 2010 a la(s) 19:34 ·