Por Santiago Aragón (Diputado Nacional por la Provincia de Buenos Aires; Decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la UNLZ) el 28 de enero de 2012.
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Amador. Así te tendrías que haber llamado. Y ningún gitano se hubiese ofendido. Quisiste todo y a todos. De a uno en uno a todos. El barro de la pasión te comprometió con todo lo que amaste y todo lo que amaste te agradecerá eternamente tu compromiso y tu talento. Lo que no te traía quilombo no te interesaba. A contramano y plantado le quijoteabas a la realidad; y ganabas vos, siempre. De tan fácil que fue quererte se va a hacer difícil no saberte más. No encontrar tu risa gigante, que empezaba o terminaba cualquier discusión.
No encontrar tu inteligencia embanderando las causas justas, evangelizando con tu fe macha los gruesos silencios de ideas que asaltan a veces a los cagones y a los canallas. “Castigue Tato” parecía decirte una voz que nunca supimos oír y vos empezabas a argumentar, a meter tus filigranas en todas partes y nosotros sabíamos que estábamos a salvo, porque tu voz nos defendía de tanta mierda. Pierna fuerte, cabeza levantada, así te conocí, así viviste, así acertaste y te equivocaste, así quisiste. Supiste demasiado y no supiste que hacer con todo eso. Se te cayó de los bolsillos, de los cuadernos, todo ese amor que pusiste en cada cruce con la vida. Si te tuviera acá te preguntaría de donde carajo se sacan las palabras cuando el mundo se te anuda y los ojos se te nublan. Cuando inexorablemente se te empieza a extrañar y tu voz es un cacho de viento, severo y cabrón.
Con el único que no podías era con vos, al resto lo amasabas debajo de la suela. Pero vos no, viejo, vos te la hacías difícil. Siempre una pelea más, siempre el pero. De tanto querer no ser, fuiste el mejor. Un maestro es ese que tiene la respuesta a una pregunta que a uno ni se le ocurrió todavía.
Vos nos dabas las respuestas y nos corregías las preguntas.
A todas las palabras del mundo les van a sangrar las rodillas de rasparse contra tu ausencia. Se van a confundir, te van a llorar, se van a quedar mudas, para hacer juego con esta noche en que tu risa sólo contagia desde el recuerdo y tu voz nos florece en los adioses.
Son dos caminos, uno el de pensar en la pena con la que nos castiga tu raje, el otro es saber que tu vida nos deja la evidencia de que tipos como vos son posibles, están, existen.
Tu recuerdo pesa como tu ausencia pero engorda más rápido.
La muerte no entra en corazón tocado por amor, así lo soñó Macedonio y al lado de tu estampa la huesuda se vuelve chiquita, desdibujada, imperfecta.
Los sueños son los que van pariendo grandezas, el resto son pequeñeces. Fuiste grande, Tato, seguí soñando con nosotros que le vamos a sacar lustre a las penas hasta volverlas una sola alegría, redentora.
Y ahí sí, todo tu amor, todo tu amar, va a librar desde donde nos cuides, para todos los compañeros.